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WWE, problemas con el largo plazo

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El gran problema de WWE

La situación actual de WWE no es ningún secreto. El gigante del “entretenimiento deportivo” atraviesa un difícil momento en su producto y  exhibe indicadores dispares en lo económico. Firmar un nuevo contrato televisivo con Fox catapultó los ingresos por TV de una empresa que, sin embargo, ve como los ratings televisivos, la asistencia a eventos y la bolsa castigan su imagen con fuerza mediante fríos números en claro descenso. Incluso hemos visto como se ha producido la primera contracción en el número de suscriptores de la importantísima plataforma WWE Network.

Ni mucho menos pretendemos poner en entredicho la viabilidad de WWE como uno de los gigantes en el mundillo del entretenimiento, pero todos estos números parecen venir de un mismo origen en el que coinciden aficionados, analistas, luchadores y hasta los propios directivos de la empresa durante los shows: a WWE le faltan estrellas y un buen producto.

Es fácil ser una persona crítica con el bookeo de WWE, y es que salta a la vista que es una empresa que comete errores evidentes en cuanto al manejo de su producto, pero no conviene caer en el tópico de internet que nos dice que WWE hace todo mal por no darle el campeonato mundial al primer calvo suizo que hace un combate bombástico con Cena. El bookeo en la compañía resulta especialmente complejo debido a que, pese a vivir en una era digital donde el entretenimiento va a demanda del usuario, WWE debe rellenar incontables horas de televisión y PPV desarrollando historias cada vez más difíciles de construir en la TV actual. Cortoplacismo para poder mantener a duras penas el infernal calendario que maneja la empresa de McMahon.

Es por eso que, independientemente del obvio margen de mejora que tiene WWE en este aspecto, es conveniente poner el punto de vista en otro problema muy serio del producto que es en la falta de verdaderas estrellas capaces de atraer y seducir al espectador casual y hacer que el hardcore se deje la cartera en ellas. Y es que la maduración y consolidación de estos proyectos requiere no sólo de las capacidades del propio luchador, sino de una consistencia a largo plazo que la empresa no está siendo capaz de ofrecer ni aún teniéndola delante de las narices. Legitimar el arco de las estrellas generando la devoción del hardcore y la curiosidad del casual resulta fundamental en un modelo como el de WWE.

Sin entrar en casos de luchadores que bien pudieron tener una relevancia mucho mayor en caso de haber apretado el gatillo en el momento idóneo (Ziggler, Zayn o  los ahora reconducidos Kingston y McIntyre), WWE ha tirado por la borda o no ha sido capaz de rentabilizar historias de meses o años de duración en las que ya se había hecho lo más difícil: lograr el interés casi total del público.

WWE es una empresa que, al estar tan centrada en la inmediatez, devalúa el desarrollo que necesita la práctica totalidad de historias sean del medio que sean. Esto genera una falta de interés en el espectador, ya que únicamente se sienten incentivados por la empresa en base al presente de cada historia. No existen apenas arcos de personaje que permitan una cierta guía y una luz en el horizonte que haga que merezca la pena tragarse los eventos que se encuentran en esa tierra de nadie entre SummerSlam o WrestleMania.

El elevado número de bandazos hace que, además, esta flexibilidad se sienta orgánica o bien recibida (problema del que adolece, por ejemplo, la para muchos excesivamente aclamada NJPW). Ni siquiera es un problema tan arraigado en WWE, ya que incluso en épocas de caos pasadas la empresa no perdía el foco principal de sus estrellas a medio y largo plazo de forma tan evidente. Sí, las empresas buscan seguridad (Hogan, Misawa, Cena, Flair…) pero WWE luce más escasa que nunca en cuanto a variedad de estrellas se refiere.

Sin embargo, en contra de lo que muchos piensan, recientemente WWE comparte un importante defecto con la empresa del león: apretar el gatillo tarde y mal, o incluso no apretarlo . Los ejemplos son muy evidentes, y es que los casos de Roman Reigns y Braun Strowman siguen calientes.

En el caso del “Big Dog”, Reigns ha vivido una pesadilla total en cuanto al bookeo que ha recibido casi desde el minuto uno. Sin embargo, resulta absurdo ver como WWE no fue capaz de darle el título ante Lesnar en WM 34, con un Reigns que llegaba en una situación muy diferente a la de Wrestlemania 31. WWE malinterpretó porque ese match fue tan bueno y ni siquiera fue capaz de darle un evidente resultado favorable a Reigns en lo que, al fin, debía ser su momento.

Con Braun Strowman ni siquiera tuvimos ese momento, y es que el gigantón que ahora nadie parece echar de menos, fue hace no tantos meses un hombre increíblemente creíble y over que pudo al menos tener una victoria limpia ante Lesnar u otro luchador que ostentase un título máximo. Un gigante  que podría haber sido un icono reconocible para el mainstream y que ha acabado cogiendo polvo en medio de la nada.

Con WM aproximándose y ciertas storylines ya encaminadas, parece que WWE va a volver a tener ciertos problemas con una división, la femenina, que ha estado protagonizando  buena parte de los puntos positivos de la compañía en los años recientes. La deseadísima historia de Becky Lynch y Ronda Rousey, cristalizó de horrible manera en cuanto los plazos se alargaron por la incompetencia de WWE, y en vista de la incógnita sobre la situación personal de Rousey, Shayna Baszler será quien la enfrente en WM. En manos de WWE está hacer un papel sólido y hacer ver esto como parte de un plan con Becky, aún sin un pronto retorno de la ex campeona de UFC. Todo sea por sentar unas bases de cara a aportar profundidad a la mayor estrella femenina de la empresa.

WWE necesita dotar a sus piezas relevantes de esa entidad y personalidad que muchos les llevamos pidiendo tiempo. Sabemos que ni siquiera han estado a la altura a la hora de ocupar el espacio entre inicio y clímax, con el caso Lynch y el más que probable choque entre Bayley y Sasha Banks para WM como exponentes principales, pero al menos debe ser capaz de hacer que lo sucedido en el “momento B” tenga cierta consonancia con la idea presentada en el “momento A”. Si lo de las dos protagonistas de aquel mítico Takeover Brooklyn queda en una chapucera improvisación a la altura de su manejo habitual, WWE habrá puesto otro clavo en el aún difícil de cerrar ataúd de su producto. De momento, la discontinuidad y ángulos ridículos que han protagonizado en un mal intento por cuadrar fechas y la situación de ambas, hace pensar que la storyline no llegue  a buen puerto.

Echar la vista atrás y lamentarse no sirve de nada, pero WWE aún maneja un roster amplio y con potencial que ha de aprovechar. Identificar estos errores y actuar en consonancia no arreglará nada inmediatamente, pero dará al espectador más motivos para sintonizar el show, acercarse a la visita de WWE a su país y renovar el Network. No existe historia sin protagonistas ni construcción, por lo que en esta temporada de WM, la empresa de Vince debe  cuidar cada storyline relevante ahora que los ojos del mundo del wrestling estarán puestos en ellos.

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Solo tengo dos cosas claras en la vida: Me gustan las señoras y el Real Madrid. Tetsuya Naito va camino de ser la tercera. En esta cuenta somos muy de Dolph Ziggler.

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