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Las máscaras en la Lucha Libre: un legado más allá de la tradición
Artículo donde se indaga en el origen las luchas apuestas (de máscaras y cabelleras) y su gran importancia en la lucha libre Mexicana.
Publicado
4 años atrásen
Por
R. MondragónEn la próxima Triplemania, Chessman quien va camino a ser una leyenda de la lucha libre mexicana, enfrentará a Pagano. La estipulación es una lucha de apuestas, cabellera contra cabellera.
Creo que es un buen momento para hablar de las luchas de apuestas en el deporte del pancracio, también conocido como “Lucha Libre”. Aunque por supuesto, más que las cabelleras son las máscaras las que terminan dando más para hablar en este tema. Es más, en México las máscaras son tan importantes, que su valor termina sobrepasando el de los títulos mundiales.
El origen de las máscaras
Partamos por lo primero, de donde y cuando llegaron las máscaras al mundo de la lucha libre. En los años 30’s, Salvador Lutteroth, quien fue fundador de la EMLL (hoy conocido como CMLL), realizó un viaje a Estados Unidos, específicamente a Texas. Ahí se encontró con Cyclone Mackey, un luchador sumamente ágil que rápidamente llamó su atención. Lutteroth fichó a Mackey para que formase parte de su compañía.
Ahora con el nombre de Ciclon Mackey, el estadounidense comenzó su run en EMLL en 1933. Pero en 1934 decidió agregar un antifaz a su atuendo, un accesorio que por esa época estaba de moda entre los luchadores de Estados Unidos. Para esto, Mackey fue a un taller especializado en calzado perteneciente a Don Antonio Torres, con la intención de que le hicieran un antifaz.
Mackey se percató de que el antifaz causaba más problemas que otra cosa; el mismo le apretaba y afectaba su visión a la hora de luchar. Fue entonces el mismo Antonio, quien usando su experiencia en el negocio del calzado, optó por tomar medidas de la cabeza de Mackey. Luego, crearía la primera de las máscaras, tal como las conocemos hoy en día.
El comienzo de una tradición
Ya con la máscara en mano Mackey saltó al ring durante un show de aniversario donde se enfrentaba a Frank Gou, pero esa noche no fue Mackey quien apareció. En su lugar, La Maravilla Enmascarada enfrentó a Gou. Se llevó la victoria para el asombro de todos los espectadores, quienes se preguntaban ¿Quién era el misterioso hombre?
Tras el estadounidense, no tardaría en aparecer el primer luchador de origen mexicano que portaría una máscara. Sería Jesús Quintero, mejor conocido como El Murciélago Velázquez. A él le siguieron después infinidad de luchadores, normalizando el uso de este elemento como parte de su indumentaria. Cada máscara tomaría un diseño distintivo.
La importancia de la incógnita
Con el pasar de los años, la lucha libre comenzó a ganar gran popularidad México. Y los luchadores que antes luchaban en ferias, como parte de actos circenses, ahora se medían en arenas cada vez más grandes. Los promotores vieron el potencial de las máscaras y comenzaron a cuidar cada vez más la privacidad de sus luchadores. De meros elementos decorativos, ahora eran parte clave del atuendo, ya que servían para mantener el secretismo.
Los platos principales, comenzaron a jugar con la posibilidad de que el luchador enmascarado perdiera la incógnita de su identidad, al tener que revelar su rostro al mundo. Ya fuera apostándola contra otro enmascarado o contra la cabellera de otro luchador. El ya mencionado Murciélago Velázquez sería el primero en ver caer su preciada máscara, ante Antonio Gaona en 1940. Una derrota que se trabajó bastante, ya que antes había cosechado cuatro cabelleras como enmascarado.
Velázquez siguió teniendo importancia, aún pese a perder la máscara. Pero muchas veces las cosas no se dan así. A diferencia de lo que se suele ver en otros países, en México la máscara y el gimmick del luchador suelen estar ligados. Por eso mismo, cuando un luchador pierde la máscara, esta derrota puede significar el fin de una carrera llena de éxitos.
Todo esto va sumado a esa perdida de momentum que suele seguir ver a un luchador perder la incógnita, ya que ahora no existirá una identidad que proteger. Esto causa que muchas veces los luchadores no tengan más remedio que volverse a enmascarar bajo otro personaje, que según sea el caso tendría más o menos éxito.
El legado de un luchador
Otro aspecto importante a destacar es la importancia del legado que puede ser heredado a través de una máscara. Puede apreciarse con el Santo o Blue Demon, quienes jamás vieron caer su preciada máscara. Ambas fueron heredadas a sus hijos o pupilos, quienes a través de esto heredan algo de esa popularidad, que con tantos años fue trabajada por sus antecesores. En estos casos, la presión en torno a la incógnita puede ser mayor No solo estas defendiendo tú incógnita, sino el legado de un luchador y su familia en general.
De ahí que solo las rivalidades más longevas y encarnizadas, sean dignas de llegar a la tan aclamada lucha de apuestas. Ese momento en que la carrera de uno será catapultada al estrellato y otro quizás, quede a la sombra de lo que fue en alguna ocasión. Lamentablemente, siento que en los últimos años esto se ha perdido. Ahora, hay luchadores casi desconocidos apostando las máscaras. Se aprovechan de su juventud para volver a enmascararse eventualmente, devaluando en el proceso el valor de las máscaras dentro del deporte.
La cabelleras y el honor
En las luchas de apuestas también se pueden jugar las cabelleras, tal como pasara en esta Triplemania. A diferencia de las máscaras, no están ligadas al gimmick del luchador y por tanto, son considerablemente menos valiosas. Pese a todo, jugarse la cabellera implica la idea de arriesgarse a perder algo y es el honor del gladiador.
Para entender mejor la idea de perder la cabellera hay que volver al viejo oeste. En esa época, el gobierno mexicano luchaba por eliminar a los indígenas de su territorio. En 1849 el gobierno de Chihuahua decretó la ley quinta, la cual dictaminaba que por cada cabellera perteneciente a un indio, se pagaría una recompensa monetaria. Más que por morbo y humillación, la idea de presentar una cabellera se hizo para poder transportar una prueba de la muerte, sin el impedimento que suponía mover varios cuerpos a la vez.
Se desconoce en que momento los pieles rojas adoptaron la practica de arrancar cabelleras. Aunque para ellos, el hacerlo iba más bien ligado a un rito espiritual. Para un piel roja, quitarle el cuero cabelludo a una persona implicaba robar su alma y energía vital. La creencia nacía del hecho de que supuestamente, el cabello aún sigue creciendo después de la muerte, aunque en realidad, se debe a la deshidratación del cuerpo y órganos.
Influenciada por alguna de las dos vertientes mencionadas o ambas, la lucha libre adoptó la práctica. Sería para ejemplificar la pérdida del honor por parte de un luchador, cuando ya no disponía de una máscara para apostarla.
Las luchas de apuestas en el extranjero
Tras el éxito rotundo que supusieron este tipo de luchas, era natural que en el extranjero intentasen replicar la fórmula. Pero nunca funcionó en gran medida. Se ha dado poco en Japón y aún menos en USA. No ha funcionado en parte, porque las máscaras afuera no pasan de ser un elemento decorativo. Igualmente las cabelleras, con luchadores cortándose o pintándose el cabello como si fuera cualquier cosa. Se han dado casos incluso, de luchadores que perdieron la máscara y volvieron a utilizar la misma después.
Este sábado 12 de diciembre, veremos como el magno evento de AAA cobra otra cabellera. Será la de Chessman o la de Pagano, consagrando a uno de los dos.
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Fanático empedernido de la animación y la lucha libre en general. Sí. Mi almohada es completamente normal. Quejas y recomendaciones acá: RodrigoMondragonBeltran@gmail.com