Lo venimos diciendo hace rato en los podcast y en varios comentarios en redes sociales. Faltaba su artículo, el que estuvo en mente hace mucho y recién a pocos del días del Royal Rumble sale a la luz. Es que ya es inevitable, es el momento de Sami Zayn y nadie lo puede discutir.
Como no pasaba desde el Movimiento del Yes en 2013-14, WWE tiene en sus manos el triunfo más genuino y orgánico posible. ¿Cometerá el mismo error como cuando ganó Batista el Rumble en desmedro de Daniel Bryan? Al menos supieron rectificar…
La historia de The Bloodline con este miembro honorario se fue transformando en lo mejor de la programación de la empresa, dotando de todos los ingredientes perfectos para ser una gran plato: drama, tensión, lealtades, suspicacias y comedia. Y todo, gracias a la figura de Sami.
A veces, las construcciones más básicas resultan ser las mejores. Lo de un combate saliendo de una facción no es nuevo, ya lo vimos con Batista contra Triple H en WrestleMania 21. Estructura clásica pero con grandes réditos. La forma en cómo se fue planificando el turn del Animal hasta su posterior triunfo es de los mejores bookeos realizados por WWE.
Acá la mesa está servida para algo similar, con Sami revelándose al linaje y yendo por el oro. Y qué mejor forma tras ganar el Royal Rumble.
Las posibilidades son muchas y eso lo hace atractivo, porque cuesta encontrar la fórmula en que todo encaje a la perfección. Pero se puede y no se sentiría mal, porque la gran prueba para ganarse la confianza total del Jefe Tribal es este sábado y de ahí los escenarios son muy variados. Es cosa de atreverse, la gente estará feliz y eso es lo importante.
Recuperar al Sami babyface
Un gran motivo para que Sami se corone en WrestleMania es recuperar su faceta de babyface, esa que tanto deslumbró en NXT en 2013-14. Hoy WWE carece de esa figura, de ese luchador que genera empatía y al cual todos quieren ver triunfar. Del bonachón, del hombre que la peleó desde abajo y que busca redimirse ante aquellos que le dijeron que nunca lo iba a lograr.
Y con el regreso de esa faceta, traemos por fin al Sami Zayn luchador. Efectivamente durante su run como heel, el canadiense demostró un gran manejo en las promos, con un carisma a flor de piel y una capacidad de adaptarse a cualquier contexto. Sin embargo, nos privaron de un excelente wrestler.
Si uno intenta realizar un top de las mejores luchas de Sami en el main roster cuesta y mucho. Tenemos que irnos a su etapa en NXT. Y es que uno de los grandes crímenes cometidos con Sami en WWE es darle un rol constante de bufón que evita pelear. En WM 36 lo pusieron contra Daniel Bryan y pasó arrancando, en un desperdicio total de lo que pudo ser un gran encuentro. Sacando sus luchas iniciales con Kevin Owens y alguna que otra suelta como esa ladder contra AJ Styles y Jeff Hardy, la compañía se ha farreado a un competidor de élite. ¡Fue incluso mánager de Nakamura!
Con un triunfo en el Rumble y ganándole a Roman Reigns en WrestleMania empiezas el camino de traer de vuelta a una versión de Sami que nos deben hace mucho.
¿Por qué orgánico?
Lo orgánico y que fluye con naturalidad, algo no forzado, no solo se basa en la construcción de la historia, sino en la respuesta que el público le entrega. Sami Zayn es hoy en día el luchador más vitoreado y el que genera mayor reacción dentro de WWE, en un contexto que resulta relevante mencionar.
He sentido estos últimos años a un público menos bullicioso, más sumiso y aceptando lo que te entrega la empresa sin chistar. Esos tiempos de rebeldía con Bryan o de redenciones como la Kofimanía parecían haberse agotado y ahora un Lesnar ganando un Rumble porque sí resulta hasta buena movida. No obstante, apareció un Sami que ha sabido conquistar corazones y “chasconear” el status quo.
El tipo está over, la gente lo quiere, las redes sociales lo adoran. Más motivos para entender que su triunfo se justifica. Construcción de gran nivel y la respuesta de tus seguidores. Win-win.
“No vendería lo mismo que un The Rock”
Las dos noches de WrestleMania están practicamente agotadas y hay que ser iluso para pensar que no tendrá muchos ojos encima ya sea tanto en Peacock como en servicios internacionales.
No me voy a engañar, una lucha de The Rock vs Roman Reigns es muy atractiva y atreaería varias miradas, con esa repercusión mediática que tanto le encanta tener a WWE. Pero igual me pregunto: Es WWE, ¿acaso ya no la tiene? Y le sumo, es WrestleMania, un evento que nunca pasa desapercibido y logra batir récords, números y demás.
Que tu main event cierre con Sami Zayn no va a alterar eso, e incluso, lo puede dotar de una emotividad mucho más vendible a ojos de de espectadores, patrocinios y medios de comunicación. La historia invita a ello. Recuerdo, además, como el show de Gales resultó en un gran éxito sin leyenda alguna involucrada. Se puede, es cosa de coraje y atrevimiento. Y de entender que todo lo bueno de estos meses que realizaste con The Bloodline puede terminar en nada por meros caprichos.
Claro, está la chance que Sami no gane el Rumble pero puede luchar igual contra Roman, quien defendería un título en cada noche. No es algo tan terrible y si cierra la jornada final tendría un impacto relativamente similar. Pero el momento es ahora, es el escenario ideal, como nunca se lo imaginó la empresa. Finalmente, resulta mucho más potente que el “Uce” sea quien destrone a Roman con todas las de la ley.
Las fichas están sobre la mesa y solo hay que moverlas a la dirección correcta. No haciendo tag con KO para ganarles a los Usos, no quedándose en el “lo que pudo ser” y no entregándonos una nueva frustración. El Rumble debe ser la noche del canadiense, si no es ahora, no será nunca. WWE tiene en sus manos uno de los triunfos más importantes de su historia.
Confiaré, a pesar de las miles de veces que me han defraudado, en que harán lo correcto. Porque Sami Zayn debe ser el elegido.
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