AEW contra NXT, la rivalidad que (de momento) no es tal

Desde que AEW anunció su lanzamiento como programa de TV y WWE respondió a este acto con la reformulación de NXT como marca, se han sucedido los artículos, análisis y opiniones sobre el supuesto nacimiento de una rivalidad que podría marcar los tiempos de la actualidad del pro-wrestling en Occidente. ¿Hasta que punto es esto cierto?

Por delante de todo hay que ponderar las enormes diferencias entre las concepciones de ambos productos. Por supuesto, AEW partía de una teórica nada. No existía marca alguna y, obviamente, un gran número de sus luchadores eran gente desconocida para el gran público. NXT era un producto que ya venía de varios años de relevancia y programación semanal, con lo que se planteó una suerte de narrativa “David contra Goliat” que, francamente, no es demasiado cierta.

AEW desembarcó ya con cierta imagen gracias a The Elite y a que todos los portales y medios dedicados al wrestling recibieron con entusiasmo una competencia televisiva seria para WWE, lo que se tradujo en una enorme expectación por parte del primer target de audiencia de la nueva empresa. Con luchadores de tanto renombre entre estos fans como Kenny Omega, Cody y talento internacional como Pentagón, unido al trabajo con compañías de todo el mundo (AAA, OWE y futuras alianzas) y a estrellas reconocidas por fanáticos casuales (Jericho, Moxley…) parece evidente que AEW contaba con una base mucho más elevada de lo que algunos se empeñaron en vender.

Por supuesto que AEW es un producto que tenía que partir de un punto más bajo, pero no podemos olvidar que la compañía cuenta con el  importante apoyo de los dueños de la misma, la poderorísima familia Khan, y de la inmensa plataforma de TV TNT. La diferencia sigue siendo importante, pero hay que recalcar que esto está mucho más cerca de ser un Madrid vs Atlético que un duelo entre el gigante blanco y un recién ascendido a La Liga.

¿Está siendo capaz AEW de superar de verdad al gigante en números? No, es evidente, pero el mero hecho de haber generado una reacción directa de WWE ya es una victoria. Con frecuencia, es fácil leer en internet noticias y tweets con mensajes como “17-3” o comparativas casi absurdas señalando la superioridad de números del producto de AEW en comparación a NXT, siendo estas bastante moderadas. WWE está utilizando su C-Show para limitar el crecimiento de sus vecinos en los miércoles. Un show con uno bajísimos valores de producción y que evidentemente está lejos de poseer los mejores activos de la empresa está siendo capaz de arañar un buen número de espectadores y asegurarse de que AEW no supere la barrera del millón de espectadores y vea su desarrollo estancado.

WWE no está compitiendo realmente con NXT, aunque esté intentando vitaminar fuertemente su producto vía victorias en PPV conjuntos, estrellas del main roster visitando el programa o retos como el de Charlotte a Rhea Ripley. Si queremos hacer una lectura de la situación, no hay que irse hacia números de programas que no representan fielmente un duelo de fuerzas, sino a lo que puede suponer a medio plazo el rumbo actual de ambos productos.

El plan de NXT está saliendo a medias, ya que están dando cierta importancia y presencia a sus futuros miembros de SD y RAW mientras contienen el ascenso de AEW, pero hay una realidad evidente y es la superioridad del producto de AEW. De mantenerse la tendencia, será insostenible para WWE limitar la popularidad de su oponente si no mueve ficha.

Incluso para mí, que soy un aficionado casual que simplemente ve los segmentos y combates más destacados y que sigue la actualidad de los programas vía noticias, Twitter y la recomendable sección de esta página dedicada a la noche de los miércoles,  resulta evidente la mayor regularidad y acierto en el rumbo de AEW. La joven empresa está lejos de ofrecer un producto perfecto y arrastra defectos evidentes (división femenina, recursos limitados en ciertas áreas de su roster masculino, retransmisiones…), pero la gran mayoría de sus historias, personajes, vignettes y enfoques están diferenciados y ofrecen variedad, color, frescura y consistencia.

Esto contrasta enormemente con NXT TV, el cual mantiene los errores de siempre y exhibe aún mas carencias con este formato. Muchas piezas del roster no llegan a lo necesario para ofrecer calidad de manera recurrente y se han convertido en un cosplay sin identidad que, lejos de la frescura de los primeros años de la marca amarilla, ha pasado a imitar y replicar varias de las tendencias más peligrosas de la industria mientras son las mujeres y los tag teams los que intentan sacar adelante un producto que hace aguas por todas partes. Y todo esto, sin apenas fabricar talento masculino propio del que pueda atraer al mainstream. Sí, Velveteen será una superestrella y gente como Keith Lee es genial, pero ahora mismo NXT es un compilado de talento desperdiciado, sin rumbo y sin sabor. Mención especial para lo durísimo que resulta ver a gente como WALTER y KUSHIDA desperdiciada en sus papeles actuales.

Esto deja muy claro que el paraguas de la marca WWE sigue siendo muy importante y que NXT tiene una fanbase fiel así como a un buen número de espectadores indecisos que no dudarán en cambiar de TNT a USA si el contenido del filial de WWE lo amerita pero, con el paso del tiempo sostener esto con un mal producto será el mismo suicidio que en RAW o SD.

Como las opiniones son “subjetivas”, los aficionados buscan agarrarse al frío número para intentar mostrar su superioridad e intentar crear un sentimiento de pertenencia a una comunidad, pero esto es lo de menos ahora mismo. Quizá en no mucho tiempo AEW logre forzar a WWE a competir, con su tercera marca, de un modo más directo y del que podremos extraer conclusiones más jugosas. De momento, habrá que esforzarse en ver la “big picture” para entender que aún le queda mucho a AEW para ser la fuerza que muchos pretenden vender que ya es. Mientras tanto, disfruten con su wrestling, porque está siguiendo el camino correcto.

Goldberg campeón, ¿error o golazo?

En una hora indeterminada de la tarde, miro el móvil y veo que Goldberg vs The Fiend está a punto de empezar. Accedo a mi página de links no muy legales de confianza y, apenas unos minutos después, internet estalla entre lloros mayoritarios y picantes memes de quienes no ven esta decisión como algo necesariamente malo.

Que el tiempo de Goldberg ya pasó es algo más que evidente. Tras ese último run de 2017 que ya parecía muy tardío (aunque acabó siendo más que correcto), sus actuaciones en estos ridículos shows de Arabia Saudí evidenciaron su ya total falta de forma. No había justificación real para su inclusión pero, dado el surrealista mundo paralelo en el que se desarrollan estos eventos donde Mansoor equivale a Michael Jordan en playoffs de la NBA, los fans no prestaron demasiada atención más allá de las bromas. Es ahora, con una victoria por un campeonato mundial ante una “estrella emergente” como The Fiend cuando las redes han ardido. Que esto sucediese en vísperas de WrestleMania ha elevado la tensión a niveles insospechados.

¿Es esta situación tan crítica? Parece razonable que, de primeras, apostar por un wrestler tan de vuelta como Goldberg resulte casi ridículo. Que la victoria sea ante alguien de (en teoría)  presente y futuro, en una empresa que tiene una enorme carestía de estrellas jóvenes, ha hecho que cambio de campeón se vea como un suicidio a ojos de la mayoría. Sin embargo, creo que conviene alejar un poco el foco  de los árboles para tener una mejor imagen general del bosque.

En condiciones normales y conociendo a WWE la decisión podría ser calamitosa, pero WM es un contexto muy particular donde la atención de los grandes medios y de lo viral importa. WWE venderá sí o sí los tickets para el magno evento y el número de suscriptores a la Network no bajará drásticamente por una decisión como esta, pero WWE asegurará ponerse de nuevo en el ojo del huracán gracias a la polémica generada y a la fama de Goldberg. De cara a los titulares, hay mucho más dinero en Reigns vs Goldberg que en Reigns vs The Fiend.

A esto hay que añadir algo que es más subjetivo, pero que igualmente se está haciendo notar. The Fiend fue un proyecto muy interesante con unas “vignettes” fantásticas, pero su utilización ha sido nefasta. De esto no es solo culpable el booking, sino un personaje terriblemente difícil de manejar en un ecosistema como es el del pro-wrestling. Mantener a The Fiend en lo más alto era insostenible para el roster y para el producto, y esto sucedía al tiempo que el propio Bray Wyatt era incapaz de sostener en el ring lo que The Fiend proponía. Quitarle el título y rebajar su poder era algo urgente para WWE.

Para muchos, estos argumentos serán insuficientes o  incluso inválidos. Wyatt tiene sus fans y muchos argumentan que WWE con esto perderá definitivamente al fan habitual, harto de que viejos arrastrándose y sin motivaciones barran a los luchadores actuales pero… ¿van a abandonar los fans a WWE justo antes de WrestleMania? Lo dudo mucho, ya que la inmensa mayoría de los que ahora están enfadados decidirán que WM es la última oportunidad (que en su mayoría todos han concedido y concederán en múltiples ocasiones) que le dan a la compañía.  Viendo todos estos indicadores cabe preguntarse… ¿y si esto es el plan de WWE?

WrestleMania se asoma en el horizonte y los dos cinturones principales serán defendidos por perfiles relativamente similares. Dos estrellas veteranas y part-timers enfrentando a dos luchadores aún jóvenes y sobre los que la compañía planea cimentar su producto en los próximos años. Hay un hilo común evidente.

Reigns vs Goldberg puede completar la narrativa de un WrestleMania que gire en torno a este necesario relevo generacional. Drew vs Lesnar ya es el más que presumible main event donde WWE parece apuntar la necesaria consolidación del escocés. A Drew le urge un arco de personaje y una victoria tan colosal como esta puede ser un formidable pistoletazo de salida que muestre que, al fin, WWE está dispuesta a lanzar nuevo talento.

Los campeones mundiales de WWE habrán superado a una generación de hace varias décadas para, ahora sí, iniciar una nueva temporada donde ellos serán los protagonistas. ¿Por qué no querer un intenso y sencillo sprint entre Reigns y Goldberg donde Reigns emergirá como necesario y deseado ganador como preámbulo de Drew cerrando Wrestlemania como la nueva gran estrella de la empresa?

Parece que WWE nos dará también un AJ Styles vs Undertaker y, quizá, un Cena vs The Fiend. Si los resultados favorecen al talento a tiempo completo, no habrá ya dudas de que WWE habrá planteado WrestleMania como un choque generacional (el propio Reigns ya ha dado pistas sobre esto) capaz de atraer al fan nostálgico y casual, y mostrarle que hay talento para el presente y el futuro. Un simple 3-1 para contentar también a ese segmento atraído por leyendas sería igualmente funcional para este propósito.

Creo que el fan habitual de WWE sufre por un producto malo, sinsentido y conformista, por lo que entiendo la frustración que pueden producir situaciones como estas.  Parece que peco de optimista pero creo importante señalar que, hasta que WrestleMania no finalice, será pronto para emitir juicios sobre el rumbo real de la empresa a corto y medio plazo. La madre de todas las batallas se llevará a cabo en Tampa y, cuando los generales ya hayan revelado sus movimientos y todo termine, podremos decir quien ha sido el ganador.

Quizá la culpa es vuestra

Wrestlemania 34 ha sido, sin duda, el punto más doloroso de la carrera de Roman Reigns. Muchos se han tomado como un triunfo personal lo que le sucedió a “The Big Dog”. ¿Hasta que punto es esto algo tolerable?

Cuando se habla de Roman Reigns, la polémica está servida. Da igual lo que haga, porque este tipo es al wrestling lo que el Real Madrid es al fútbol. Su legión de seguidores es enorme, pero más si cabe es su legión de haters. Cuando triunfe se le pondrá en duda y cuando falle se le hará picadillo, con montones de “expertos” disfrazando el odio hacia su persona con argumentos claramente dirigidos al desgaste.

Poniéndonos en perspectiva, es comprensible que Reigns fuese rechazado a partir de su enorme push inicial. Pese a su gran futuro, el tipo no había demostrado demasiado de manera individual, y ante la inminente recuperación del absoluto ídolo del momento, Daniel Bryan, fue preso de un odio desmedido por parte de la comunidad. También por mi parte, cuando era un fan inmaduro y que pensaba más en su interés como seguidor que sobre la realidad.

Reigns aceptó un push que absolutamente cualquiera habría aceptado, porque se veía listo. Luego lo demostraría con hechos, pero hasta ese momento el pecado por el que Reigns sufrió un calvario en aquellos meses fue que la empresa decidiese confiar en él. Nada más. La empresa confió en él y solo por eso se le ridiculizó, se le acosó personalmente y se le amenazó. Todo sin posibilidad de réplica mientras Roman leía (malamente) un guión que no le representaba.

A partir de ahí Roman no paró de crecer. A día de hoy, el tipo que no crea que Roman Reigns es, como mínimo, un buen worker puede coger la puerta de salida y dejar de leer. No hay conversación posible cuando niegas esto. Te puede no gustar Reigns, pero es el único tipo que ha dado su nivel in ring con tanta consistencia en estos últimos años.

Por si fuera poco, su famoso bookeo de Superman es mucho menos exagerado de lo que se nos quiere vender. Reigns ha perdido VARIOS combates de forma totalmente limpia en este tiempo. Ha sido destrozado incluso y, pese a su sobreexposición, hay que tener en cuenta que se le ha bookeado como a lo que es: La gran apuesta de una empresa como WWE.

Se puede estar o no de acuerdo con esta elección, pero Reigns ha sido, directamente, el cabeza de turco que ha elegido un sector tóxico de aficionados. Esos mismos hipócritas que, abuchean hasta la muerte a un tipo que está haciendo genialmente lo que le piden y que cuando aparece en televisión el verdadero responsable de la situación, Vince McMahon, le hacen reverencias.

Reigns lleva 3 años a un nivel in ring tremendamente bueno, coleccionando varios de los mejores combates que ha tenido WWE, ante rivales muy variopintos y siendo ridículamente consistente en TV matches. También es innegable su mejoría en segmentos y micrófono. Le costó, pero Reigns ha pasado de ser un tipo francamente malo al micrófono a ser alguien que si bien no brilla demasiado, tiene promos muy interesantes y se muestra cómodo.

Reigns rinde casi siempre, pese a tener que aguantar una situación terrible. La presión que recibe por parte de aficionados más su propia responsabilidad como ace es gigante, pero muy buena parte de aficionados no se lo reconocerá. Es tan simple como que esta gente no atenderá a razones.

Hay que ser una persona muy triste y cegada por el odio para que una persona del mundo del entretenimiento te haga sentir ganas de desearle lo peor a él y a familiares o para que tu diversión pase por boicotear absolutamente cada intervención suya, pese a que el contenido que ofrece es, objetivamente hablando, bueno. Reigns ha dado combates excelentes en los que esta gente se ha dedicado a boicotear e ignorar pese a haber pagado una entrada. Querer enfadarse para no reconocer que el tipo que tienes delante es bueno, sí, pero que como a ti te cae mal no tiene tu respeto.

Tras su combate contra AJ Styles se leyeron comentarios como “menudo carryjob” o “sigue haciendo 4 moves”. El “solo sabe empujarla el put0 Cristiano Ronaldo” en el wrestling.

La libertad de expresión es absolutamente fundamental, pero creo que al pagar una entrada aceptas un contrato no escrito. Como quien va a la ópera y se pone a mirar el móvil o como quien acude a una boda y se viste con algo que no sea ese deportivo Adidas del año 97. ¿Tienes derecho a abuchear? Claro que sí, pero tratar de boicotear un show como se ha propuesto cientos de veces y se ha logrado en varias, hasta el punto de arruinar el producto ofrecido porque una parte minoritaria (la que quiere secuestrar el show) de ese público lo desea es infantil, estúpido y egoísta.

El colofón final a ese desplome que ha tenido Reigns ha sido este main event de WM 34. Era el día de su coronación como ace, un día en el que era evidente que el único resultado correcto era su victoria. Después de tanta inversión la victoria de Reigns para pasar a una nueva etapa, fresca y en la que Roman no tendría por que ser el Dios que ha sido Lesnar, todo se fue al carajo con este resultado.

Sin el mismo apoyo del público, pero con una situación calcada, vimos como NJPW destrozaba los sueños de Tetsuya Naito. La crítica a la compañía nipona fue moderada, mientras que la culpa de todo lo que hace WWE no solo recae en la empresa y en Vince, sino en el propio luchador como si cumplir órdenes de quien le paga fuese malo. Esta noche, Reigns vio como sus sueños se iban por el retrete y como su frente era destrozada y abierta por ese mismo part timer al que tanto habéis criticado para recibir mofas y culpas.

La tóxica situación me recuerda a la que tienen los aficionados del Real Madrid con su jugador Karim Benzema. Muchos le cogieron asco desde el primer día, por no ser el prototipo de delantero que ellos querían, pero al menos su máximo de críticas ha llegado con el peor rendimiento de este. Con Reigns la situación es aún más ridícula, porque da igual lo muchísimo que ha mejorado o el mayor número de derrotas que ha acumulado, ya que las críticas van en aumento.

La situación irónica, porque el fanático está frenando su propio disfrute. La inversión en Reigns ha sido colosal y la WWE, con mucha razón, ha apostado por él como emblema al encarnar perfectamente la idea de la empresa. Parece lógico que quieran, al menos, salvar su inversión. Cada hateo inmerecido, cada insulto y cada boicot alargan un proceso que debió darse mucho antes, pero esta situación ha llevado a un punto crítico de divorcio.

La WWE sabe que el público es soberano. Cualquier empresa sabe que debe vender su producto y lo hace como buenamente puede. La empresa no es tonta y sabe lo que sucede con Reigns, pero también sabe que muchas veces, el público no puede ser la única referencia.

Si vas a los comentarios de Youtube o tweets con más interacciones en el ámbito del wrestling te encuentras disparates absurdos. Volviendo al símil futbolístico si fuera por la afición del Madrid,el equipo jugaría con 4 delanteros, sin Casemiro y con Isco como referencia absoluta. A buen seguro, los blancos tendrían un palmarés mucho más reducido, pero los cuñados piperos estarían maravillados con las bicicletas de Pintxisco.

La WWE confía en personajes capaces de brillar en televisión y en el mundo del entretenimiento, capaces de convertirse en iconos y que den una imagen de marca. Señores, Bryan era una marca y Punk también lo fue. Pero no todos pueden ser la cara principal de una empresa que apuesta por la globalización y la imagen. Y, siento que esto os de de bruces con la realidad, necesita a tipos como Reigns.

Sin el hate injustificado, Roman tendría una base de seguidores similar y una base de gente indiferente similar. A buen seguro, habríamos pasado de fase y habríamos visto un producto más fresco. Pero mientras esta gente se empeñe en deslegitimar con comportamientos infantiles y tóxicos, una situación plagada de matices en tono gris seguiremos con esta guerra civil que no favorece a absolutamente nadie.

Y en pleno fuego cruzado, Reigns lleva años como referencia de ventas y siendo un atractivo reclamo para un enorme sector de aficionados y patrocinadores, así como un luchador confiable. Por otro lado, buena parte de la gente que le rechaza y se limita a ser un aficionado responsable, abuchea y contribuye también a crear ambiente y tensión.

La WWE la ha fastidiado enormemente en mil ocasiones, pero que estemos en este punto es culpa de muchos factores. Una presentación terrible contribuyó a crear odio y rechazo, pero en muchas ocasiones esto se ha pasado de revoluciones. El desacuerdo es entendible. La personificación del odio en una víctima, es simplemente cruel.

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