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La falacia del fan casual
Cuando anunciaron el evento “Forbidden Door” entre AEW y NJPW me encontraba disfrutando mis vacaciones. ¿Merecidas? Quién sabe, pero era el momento oportuno para desconectarme un rato.
Lamentablemente, se me ocurrió meterme a ese basural llamado Twitter para leer las reacciones sobre este PPV conjunto. “¿Con esto pretenden llamar la atención del fan casual?“, repetían varios y yo solo quería lanzar mi vaso de coco loco lo más lejos posible.
Estamos en 2022 y todavía hay gente que cree que el wrestling puede llegar a ser consumido por fanáticos casuales y todavía hay personas que creen que los programas televisivos pueden llegar a tener un rating como a mediados de los 90. ¿En qué planeta viven?
El pro-wrestling no es tan popular como antes, con el programa emblema llamado Monday Night RAW perdiendo audiencia año tras año. Las cifras que le permiten seguir con vida actualmente, es de una base construida que sigue viendo el producto. En otras palabras, son fanáticos cautivos, aquellos que se niegan a abandonar el barco y el wrestling les sigue pareciendo algo atractivo de consumir. De ese grupo importante, es muy seguro que varios también consuman AEW, NJPW, IMPACT, etc. Ahí tenemos a un fan cautivo abierto a consumir todo lo relacionado a la industria. De lo contrario, simplemente es un fan cautivo exclusivo que solamente ve la programación de una empresa determinada.
El fanático cautivo es una figura clave para seguir manteniendo a flote un producto que compite con opciones mucho más atractivas. Captar audiencia “nueva” en tiempos del streaming, de Marvel, de Disney, de videojuegos por doquier con sus derivados “analistas” de Internet, de Youtube donde un tipo recorriendo las mejores picadas para comer sopaipillas es más interesante que Tozawa besando a Tamina; es iluso. Sin embargo, resulta más irrisorio cuando año tras año menos gente consume televisión según diversos informes y estudios que están ahí, a la mano. Y si la van a consumir, pensando en Estados Unidos, la prioridad siempre la tendrán los deportes (por eso en épocas de NFL y NBA bajan las audiencias de los shows semanales de wrestling).
Resulta lógico que AEW piense su producto enfocado en ese nicho cautivo porque es lo más realista en el actual contexto. ¿Su meta para crecer más? Simplemente recuperar al fanático descontento.
Un ejemplo. Un amigo de mi infancia, con quien comenzamos a ver lucha libre en 1999, con quien creamos títulos de cartulina, nos juntábamos a ver los PPV no sin antes nosotros mismos protagonizar nuestras propias contiendas, está desencantado del producto, no sigue WWE de forma regular hace años y no piensa retomarla de forma constante. De igual manera, se mira el Royal Rumble o si hay algo interesante en WrestleMania, como el regreso de Stone Cold. También sabe de AEW, vio sus inicios, pero el wrestling ya no lo llama como antaño. El tema es que cuando vio el debut de Hook me escribió alabando al joven talento y diciendo que iba a tratar de seguir su carrera. Le gustó su carta de presentación y estilo.
Ese es sencillamente el camino más idóneo ahora mismo, recuperar a una gran masa descontenta con las atrocidades creativas de WWE los últimos años y entregarles un producto que logren cautivarlos. Ya sea volviendo a ciertos orígenes del pasado, o entregando entretención de calidad. No será un tremendo salto porque volvemos a la premisa que el wrestling ya no es tan popular como en el pasado, pero al menos puedes reencantar a un público que todavía no la abandona del todo. Y no, esos no son casuales, son descontentos que están involucrado en la industria o lo estuvieron.
Es el mismo efecto que ocurre en WrestleMania. Si tienes a Austin, van a regresar esos seguidores de antaño. ¿Pero captar la atención de un niño de 12 años que poco y nada sabe de él? Imposible. Evidentemente la aparición de un Logan Paul te atrae ciertas miradas de su público consumidor de Youtube, pero al final, resulta ser algo netamente pasajero y que no repercute a lo largo del año. Las cifras están ahí. El fan casual o audiencia nueva es un fenómeno que ya carece de toda lógica en esta industria.
En síntesis, al fanático del wrestling le cuesta aceptar que su venerado producto ya no es como antaño, que no deja de ser un nicho más bien pequeño comparado con otras ofertas del mundo del entretenimiento y que gracias a la fidelidad de los “acérrimos” es que sigue de pie. De lo contrario, ya estaría seis metros bajo tierra.
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