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¿WWE ya olvidó cómo crear estrellas? Parte I: Contexto

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Los días en que Austin o The Rock paralizaban a millones frente a la TV en WWE ya quedaron en el pasado. El contexto ha cambiado mucho y el entretenimiento se ha convertido en una industria altamente competitiva. Por unos dólares, hoy es posible disfrutar en casa y a la hora deseada, de cine de alto presupuesto, series de televisión con guiones cada vez más refinados y más. Las historias y personajes que ofrece el wrestling tienen una competencia nunca antes vista. Y el factor deportivo también lo tiene gracias a la popularidad de las MMA. Quienes quieren ver peleas legítimas, entendiendo el mundo de distancia que separa al wrestling de las MMA, teniendo también una oferta más que suficiente gracias a varias empresas como UFC, Bellator o ONE.

Este diagrama solo ilustra algunos problemas principales y posibles causas. Lejos de justificar la mediocridad creativa de WWE los últimos años, es un intento por entender el origen de malas decisiones. Más abajo se citan combates bien logrados y dos excepciones a la regla de los personajes cliché. Por lo tanto, deben entenderse como obstáculos aparentes, no excusas.

La pregunta que surge espontáneamente es: ¿Qué puede ofrecer el wrestling hoy en día? La naturaleza ficticia del negocio ha quedado totalmente expuesta. Dejando de lado a los niños o personas que no consumen ni casualmente box o MMA, son muy pocos quienes todavía pueden creer que hay una disputa física legítima en la lucha libre. Y aquí surge otra problemática, más patente en unas empresas que en otras. Un buen combate de wrestling requiere de buena psicología, es decir, coherencia y cohesión en el desarrollo. Vender bien y proporcionalmente el daño es fundamental. Y el otro factor decisivo es el storytelling, debe haber una narración en curso que permita que el público se involucre en el combate. Para ello es importante entender el rol que cumple cada involucrado.

brock lesnar ronda rousey wwe
Dos de las mayores atracciones de WWE tuvieron un paso exitoso por las MMA.

Cuando se dejan de contar historias en WWE

Sin embargo, pese a que todo esto parece ser una tremenda obviedad, no lo es tanto al final del día. Los spotfests, aquellos combates carentes de psicología y storytelling, todavía son altamente populares. Y muchos luchadores son altamente alabados por movidas riesgosas más que por desarrollar un combate creíble y que contenga un narración. El mito de que más movimientos es propio de un mejor luchador, todavía está altamente arraigado en las IWC. Solo hay que ver las reacciones que tuvo Bad Bunny por conectar un par de Canadian Destroyers o la multitud que salió a asegurar que Logan Paul ya había superado a varios profesionales por un par de spots vistosos en un combate, ¿Cuándo se volvió tan barato y accesible convertirse en luchador? En realidad, nunca lo ha sido.

logan paul

Debe decirse que un spotfest ocasional puede ser entretenido, metido en medio de una cartelera puede incluso ayudar a ser un buen opener o volver a levantar el ánimo de un público algo agotado luego de presenciar combates con historias intensas a la mitad de una cartelera. El problema ocurre cuando ambas cosas se confunden.

Los involucrados

Hace unos años, el legendario Bret Hart dijo que UFC estaba contando mejores historias que WWE. Una multitud de fans quiso salir explicarle al legendario luchador que UFC no es lucha libre y que las peleas eran reales. Sin embargo, muy probablmente el Hitman quiso decir otra cosa. Bien dicen que cuando el sabio apunta a la luna, el tonto se fija en el dedo…

Los personajes de lucha libre tienen todas las infinitas posibilidades que puede ofrecer la ficción. Aunque al final del día, casi siempre tienden a encuadrarse en la dicotomía de faces y heels. El héroe y el villano. El técnico y el rudo. Este pie forzado tiene su lógica, ya que la pugna entre personalidades y motivaciones opuestas, es una fuente altamente rica para crear lo que mueve toda historia: El conflicto.

Storytelling en peleas reales

Y aquí se pueden recordar varios momentos icónicos de las MMA en el último tiempo. Rose Namajunas se convirtió en una estrella renombre cuando derrotó a Joanna Jedrzejczyk. Por un lado estaba Rose, la chica tímida que llegó a UFC por un reality. Namajunas contó al mundo que fue víctima de bullying en su etapa escolar y que entrenó artes marciales para ganar confianza. Y por otro lado, Joanna Jedrzejczyk, la campeona invencible de peso paja que no dejó de recordarle a Rose los años que sufrió acoso escolar en el pesaje: “Esta vez no vendrá la maestra a defenderte”. Ya estaba establecida la pugna entre la face y la heel, el público quería ver caer a la campeona. Y Namajunas fue capaz de realizar el milagro, había memorizado cada hueco en el striking de la campeona. Y efectivamente pudo descifrarla para sorprender al mundo con TKO inolvidable.

Volvamos al wrestling, donde de inmediato surge otra pregunta: ¿Si en la lucha libre hay una mayor libertad creativa a la hora de crear rivalidades y personajes, por qué no tenemos combates de infarto con el público totalmente involucrado en cada PPV?

No basta con que un personaje sea héroe o villano, necesita conectar con la audiencia. Hay varios factores involucrados: El luchador debe ser capaz de desarrollar un combate con storytelling, debe ser capaz de transmitir emociones durante una promo. También debe tener rasgos distintivos de personalidad y debe representar algo trascendente para la audiencia.

Los obstáculos

WWE tiene un alcance global y es una empresa multimillonaria. Su principal ventana de exhibición son sus programas semanales, que se transmiten por grandes cadenas y ahora por Peacock a nivel nacional. Esto implica que deben contentar anunciantes con su línea editorial. Ninguna empresa de juguetes, otro nicho de mercancía de WWE, quiere ver su producto en medio de lenguaje soez o una lucha sangrienta. Desde este punto de vista, el éxito comercial conlleva grandes restricciones. Una rivalidad a nivel personal, tiene un gran pie forzado: encajar en una línea editorial casi de corte familiar.

Sin embargo, sería sesgado no mencionar que esta restricción en apariencia imposible de sortear, ha tenido honrosas excepciones. Algunas más vistas y mejor recibidas que otras, pero todas tuvieron combates con storytelling y psicología, también involucraron al público y hubo grandes reacciones. Todo esto demuestra que las restricciones no son una excusa para ofrecer un producto mediocre.

Una historia de formación de carácter

Sasha Banks vs Bayley – NXT Takeover Brooklyn: Fuimos testigos de cómo Bayley, una face ingenua e insegura, logró convertirse en una campeona creíble y segura de sí misma. Tuvo que enfrentar a una villana llena de confianza y hábil recordándole que ella no era nadie. Bayley decide no dejarse pasar a llevar, forma su carácter y deja de achicarse frente a su oponente. El resultado fue un combate que tuvo todos los ingredientes de un clásico.

David vs Goliat

Brock Lesnar vs Daniel Bryan – Survivor Series 2018: Una rareza como pocas y una excepción en varios niveles. Aquí ni siquiera hubo historia. El combate ocurre dentro del evento Survivor Series, donde los luchadores de una merca de la nada odian a los de la otra, y luego del PPV mágicamente todos olvidan la enemistad. Podríamos decir que la rivalidad planteada para los involucrados no es más que una ambientación propia del evento y nada más.

Sin embargo, eso no fue todo, también tuvo una peculiaridad adicional: Se enfrentaron dos heels. Por un lado La Bestia Encarnada y por el otro, el inicio del Campeón del planeta. Aquí lo que resalta es la diferencia de potencia física entre los involucrados, lo que enmarca la pugna en el formato de David vs Goliat. El Monster Heel vs el Underdog. De todas formas, el combate sin historia aparente, tuvo un elemento metanarrativo: Daniel Bryan venía de un retiro de unos años producto de varias conmociones cerebrales.

Por lo tanto, cuando Lesnar comienza a aplicar suplex tras suplex, la expresión facial totalmente desorientada de Bryan y las expresiones de preocupación de Paul Heyman, hicieron que el público enmudeciera en un ambiente donde la tensión podía cortarse con un cuchillo. Y fue precisamente este ingrediente el que hizo que el comeback de Bryan hiciera explotar al público, de pronto fue creíble que Bryan venciera al gigante que parecía estar acabando con su carrera.

Los encuentros mencionados fueron de alto nivel en WWE. Tuvieron las restricciones que tienen la línea editorial de la compañía. Uno de ellos careció totalmente de promos que armaran una rivalidad con tiempo y desarrollo. Y sin embargo, fueron grandes enfrentamientos.

Tiempos de multitasking

La popularidad de Tiktok con sus videos breves actualmente incluso está desplazando a Google como buscador. Una generación entera de personas jóvenes prefiere informarse con videos breves, donde hay pocas opciones de verificar fuentes y establecer un factor de confiabilidad, que ante un artículo que tenga bibliografía accesible. Ha llegado tan lejos esto que empresas como Instagram y el propio Youtube (Propiedad de Google), han modificado sus algoritmos para priorizar videos breves en forma de reels y shorts. Los cuatro segundos iniciales de un video para captar o no la atención, parecen haber llegado para quedarse.

Factor Scrollstopper en WWE

Las historias que suele ofrecer WWE no salen del cliché. Y toda historia relacionada con el impopular campeonato 24/7 puede dar testimonio de ello. Los triángulos amorosos, el galán de turno, la chica inalcanzable y otros lugares comunes, permiten que el público no tenga que identificar nada complejo, lo que requeriría tiempo y continuidad.

Si vemos a Charlotte Flair furiosa ante los avances de Lacey Evans con un anciano Ric Flair, por más de mal gusto que nos parezca debido a la simpleza burda que representa, el público entiende perfectamente el conflicto: La retadora intenta seducir al libidinoso padre de la campeona para provocarla y lograr tener un combate titular. Y pese a que la historia no continuó en su momento, es una fiel muestra de los lugares comunes y clichés que dominan las historias de WWE.

Con tanta oferta en tv y servicios de streaming, captar la atención de inmediato se ha vuelto fundamental. Para ello, lo conocido y el lugar común son armas fundamentales. Y por otro lado, condicionan la profundidad narrativa y originalidad que puede tener una buena rivalidad con promos que toquen varios niveles de los personajes involucrados. Se escriben historias livianas, repetitivas, carentes de sentido y pensadas en un público que revisa su teléfono constantemente.

Consecuencias

Las mayoría de historias deben ser fáciles de entender por gente de todas las edades. Y deben generar las reacciones deseadas lo más rápido posible. Un face debe ser aclamado. Y por ello, casi siempre, vendrá a hacer el salve ante otro face agredido (de allí la relación de amistad mágica entre todos los faces de la compañía, aunque no interactúen entre ellos regularmente). Por otro lado, el heel debe ser abucheado. Y de allí que la gran mayoría sean cobardes y huyan en determinado momento, sin importar si ha sido vendido como alguien imponente en el caso de Gunther, si se enfrenta a Strowman, es mejor que huya porque será abucheado más rápidamente que si hiciera algo que el público tardara en identificar.

La mayoría de promos de un face puede realizarlas cualquier face. Y con los heels, pasa exactamente lo mismo. Si un joven talento tiene futuro a ojos de WWE, es mejor que tenga reacciones y estas (de nuevo, a ojos de WWE), deben ser vistas por la mayor cantidad de personas posible. Como queremos que sea muy visto, no hay tiempo de desarrollar algo muy complejo con semanas de continuidad.

Y es por eso que, para que el público en casa vea aplausos o abucheos, se llega al lugar común de siempre: El face sale y saluda a la ciudad y/o equipo deportivo local. Luego sale el heel y se burla de la ciudad y/o equipo deportivo local. Da igual que el personaje determinado no parezca tener interés en el equipo deportivo local, es el camino más rápido y simple para que la mayoría entienda la historia, por lo tanto, WWE prefiere no salir de la fórmula.

El personaje irrepetible casi ha desaparecido de WWE. Un personaje que tenga varias capas, que parezca existir en un nivel psicológico personal (ideas o discurso propio), interpersonal (relaciones únicas con conocidos, amigos y/o familiares), rasgos distintivos propios (salir del marco clásico de faces y heels) y que todo en él sea un gesto propio (tema de entrada, vestuario, catchphrases,etc), es algo que casi no existe. La compañía se contenta con apodos y, como mucho, vestuario. Los personajes no parecen existir fuera de pantalla y por eso carecen de verosimilitud.

Por ello puede verse a Seth Rollins autoproclamándose El Arquitecto, El Mesías, el King Slayer, el Beast Slayer. Y entre estos supuestos personajes distintos, hay diferencias superficiales. Como mucho las risas, la ropa u otro elemento estético. No se sustenta en un discurso, no proviene de una historia construida, es una personalidad vacía que no representa nada trascendente para la audiencia. Un día es el face prometido luego de que derrotó a Triple H y a la semana siguiente tiene secta propia y sin discurso sólido como líder. No hay transición, ni coherencia entre ambas.

Dos milagros dentro del caos creativo de WWE

El problema de los faces y heels que terminan haciendo cosas repetitivas, es que destruyen el trabajo realizado para que destaquen por los pocos rasgos distintivos que pueden tener. Y este “aplanamiento” en el panorama donde se supone deben aparecer personalidades única e irrepetibles, forma el ecosistema infértil donde debe ocurrir el milagro. Y pese a esto, ha ocurrido al menos dos veces en varios años: 1) El Jefe Tribal: Roman Reigns y 2) The Man: Becky Lynch. Ambos se han convertido en lo poco que tiene para ofrecer la compañía en cuanto a estrellas irrepetibles que son gravitantes en sus respectivas divisiones. No es que no existan otras estrellas, pero no están al mismo nivel (quitando a Brock Lesnar, Charlotte Flair y quizá alguna otra excepción). Y tampoco es que el bookeo de estos carezca de errores de origen o errores en curso, los tienen y son varios.

¿Pero aún así, cómo ocurrió el milagro si todo es tan malo? En la siguiente entrega analizaremos cómo Roman y Becky llegaron a lo más alto. Y cómo esto no ocurrió gracias a WWE y su calidad creativa, sino más bien a pesar de WWE y su cuestionable calidad creativa. Pero esto ya está más largo que las disculpas que da el staff de este sitio por Twitter. Así que por hoy lo dejamos hasta aquí.

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