Fun wrestling: Ratings, récords y el juicio de valor

Hola, mi nombre es Roma Faliani (@RomiDori18). Si deambulas lo suficiente en el humilde foro de Twitter, o eres un lector habitual de tanto Turn Heel Wrestling como Monthly Puroresu quizás te hayas encontrado mi nombre esparcido en el multiverso de los medios de wrestling modernos. Si no lo hiciste, y esta es tu primera vez leyendo algo de mi autoria, te doy la bienvenida y espero que te agrade mi siguiente artículo lo suficiente como para que pueda seguir escribiéndolos. Espero caerte bien, y si no, estaremos de acuerdo en estar en desacuerdo.

Como este es mi primer artículo para Dos Dos Solo Dos, me gustaría comenzar de la manera adecuada, con una idea que se me ocurrió mientras escribía esto, y que será la vara para mis próximos trabajos en este sitio. Te doy la bienvenida, humilde lector, a “Fun Wrestling”. ¿Pero que es “Fun Wrestling” exactamente?

“Fun Wrestling” es un proyecto único para DDSD donde a través de artículos escritos con emoción desmedida y un léxico un poco más complejo que lo habitual busco hablar de la lucha libre desde una perspectiva que pocas personas se han tomado el tiempo de analizar.

El objetivo de “Fun Wrestling” en si es exponer (a veces de una manera cruda y sin pelos en la lengua) el estado de la industria actualmente y las cosas que podemos hacer para mejorarla o evitar que se pudra aun más. “Fun Wrestling” no busca defender un lado, ni entrar en guerras tribalistas sin sentido, si no ofrecer una nueva idea de lo que supuestamente tiene valor en el análisis de la lucha libre como arte. El objetivo de “Fun Wrestling” será que toda persona que lea alguno de estos artículos pueda aprender algo nuevo, y que no caiga en retóricas de redes sociales.

El dia de hoy en “Fun Wrestling” hablaremos de: Ratings, récords y el juicio de valor.

Durante los últimos años, la lucha libre ha ido al ritmo de un sólo tambor que ha sonado constantemente. El tambor de los ratings. Este tambor venía sonando desde los 90, pero hizo mucho más ruido cuando lo comenzó a tocar el conocido crítico de lucha libre (y ahora hasta fuente de información) Dave Meltzer, y de a poco fue entrando en el inconsciente colectivo del fanatico de wrestling promedio.

Llegada la década de los 2010, la explosión de las redes sociales y la intercomunicación como parte del día a día de la sociedad favoreció a una empresa bajo el nombre de New Japan Pro Wrestling, que agarró vuelo como nunca y se posicionó en el centro de la conversación por dos semanas, gracias al hecho de que Meltzer le dio 6 estrellas a un combate en específico. Este combate fue el primer Kenny Omega vs Kazuchika Okada, en Wrestle Kingdom 11.

Desde ese momento en adelante, la manera de consumir lucha libre cambió, porque ahora millones de fanáticos desenamorados de un producto occidental en decadencia podían ver una empresa que satisfacia sus necesidades y les daba la lucha libre de calidad que ellos buscaban. Esto ocasionó que dichos fanáticos tengan un aura de narcisistas buenos para nada que le quitaban valor a tu opinión si no habías visto Jumbo Tsuruta vs Mil Máscaras…bueno no, tampoco llegaban a tanto, vivían viendo highlights y el primer show de NJPW que vieron entero fue Wrestle Kingdom 12, pero hey, Meltzer le daba 5.35 a Omega vs Naito así que seguramente era muy buena lucha.

El famoso rating de estrellas se empezó a propagar como una plaga que no encontraba pies ni cabeza, porque el mismo sistema de Meltzer no era algo consistente, sino meramente basado en su opinión; sumado al hecho de que algunos seguidores no creían en las 6 estrellas o 7, y otro sector se había vuelto hater absoluto de la opinión de un viejo periodista, aclarando constantemente que su opinión no valía nada y que no le prestaban atención mientras escribían un post extendido criticando su decisión de no darle las 5 estrellas a AJ Styles vs John Cena en 2017.

Con el tiempo, y la salida de grandes figuras prominentes en New Japan, los ratings de Meltzer dejaron de ser vistos como estrellas Michelin para una cadena de restaurantes y pasaron a ser lo que siempre tuvieron que ser, o sea, una simple opinión de un fanat- ¿y otra vez se están peleando por Kurt Angle y las luchas 5 estrellas?

Cuando hablamos de ratings no nos referimos exclusivamente al sistema implementado por Meltzer, porque también a la eterna disputa de los ratings de televisión, que poco nos debería importar como fanáticos por el hecho de que nadie gana nada si NXT mete 500.000 espectadores o no. En los últimos años, y con la “Guerra de los Miércoles” el argumento de los ratings televisivos se volvió menos un pantallazo a como la lucha libre se concentra más en un nicho pre-establecido por las épocas doradas y más un concurso de quien tiene el miembro más grande (y ni siquiera entre los multimillonarios, sino entre los pobres, pobres consumidores). De a poco la guerra tribalista entre los dos lados, representantes de cada parte del duopolio, se volvió la norma. Sea WWE, o sea AEW, los fanáticos pasaban día y noche en Twitter despotricando sus críticas de mala muerte a un producto que no veían, y basaban todo su discurso en los ratings de un show semanal: Incluso con un sistema obsoleto como lo es el de Nielsen, y teniendo en cuenta el hecho de que la televisión en cable no tiene la misma relevancia que tenía hace 25 años.

La situación actualmente es igual de desesperanzadora, pero está vez, el arma que han utilizado ambos bandos para justificar el gusto que tienen (que en la vida real es ridiculizado a más no poder) es la conversación alrededor de los récords de asistencia, o directamente cuánta gente va a ver un show de lucha libre en vivo. Si tenes la mala suerte de tener Twitter es posible que te hayas encontrado a ciertos personajes tirando basura a más no poder hablando de cómo empresas como AEW están muertas porque la fila detras de la Hard Cam no se llena, sin tomar en cuenta el hecho de que la empresa viene jodiendo con los mismos mercados desde su concepción. Esta postura, que no critica a la empresa como producto que se consume sino desde un punto de vista correspondiente a inversores y mentes un poco más inteligentes que el troll promedio ha tomado gran relevancia en el discurso alrededor de AEW. Yo he hecho críticas al producto in-ring de AEW, pero nunca le he dado protagonismo a lo que yo creo que podría hacer Tony Khan para meter más gente en sus shows, ni mucho menos a decir que un multimillonario con experiencia en deportes como el fútbol y el rugby de repente no sabe como manejar una empresa, porque para mí, eso escapa de lo que deberia ser el análisis de la lucha libre como arte. Y tampoco voy a aconsejar multimillonarios porque me dan igual.

Los récords de asistencia han sido un arma para los dos bandos. Ambos bandos no están dispuestos a consumir el producto como producto, sino a tener peleas y debates eternos por números que realmente no les afectan ni a ellos ni a su bolsillo. Esta guerra de lados solamente contamina el debate real que se tiene que hacer en cuanto a la lucha libre, porque si vamos a jugar la carta de “mi nicho en realidad es arte” como la jugaron en su momento los gamers tenemos que estar dispuestos a analizar a la lucha libre como eso, arte. El arte no tiene precio, ni un número que califica la importancia y el prestigio que tiene.

El arte se comprende de la manera que se comprende toda pieza de entretenimiento: Por ende, el juicio de valor que se hace con el arte es el mismo que se tiene que hacer con la lucha libre, y es el que no se esta haciendo porque entramos en una etapa de posverdad constante (de la cual hablaremos en un futuro) que tergiversa el valor real de las cosas que consumimos o que otras personas consumen. En la conversacion de los ratings y los récords se genera esta corriente de pensamiento que toma lo factual, lo objetivo, lo que realmente es y lo modifica para su propio beneficio y para su propia creencia. Estas corrientes de pensamiento ya han llegado a penetrar en la manera en la que se consume lucha libre, y en la manera en la que se reporta de lucha libre, porque desde hace dos años que los medios especializados de lucha libre están contribuyendo a la existencia de esta posverdad. Podría dar nombres, pero varios de estos descubrieron que hablar mal de empresas les sienta bien para su alcance y no para lo que debería ser un esfuerzo periodístico por informar correctamente acerca de las cosas que realmente están pasando y de las cuales se debería hacer eco, pero les estoy pidiendo un esfuerzo colosal a personas que su manejo de redes es repostear clips de cuentas más grandes.

Los ratings y los récords han afectado al juicio de valor de gran parte de la comunidad, donde lo que tiene más público automáticamente es lo que mejor calidad tiene, y aunque en parte es cierto, no hay que dejarnos llevar y decir que un show es malo sólo porque los mercados saturados están, efectivamente, saturados. Una de las mejores luchas del año pasado se hizo en frente de 450 personas, y esa fue Takuya Nomura vs Fuminori Abe en Kakuto Tanteidan (lucha que va a tener una secuela en Bloodsport este año) y gracias a ese combate en específico pude expresar mi descontento con gran parte de las voces más escuchadas en el ámbito de la lucha libre por el enfoque tan cansino que le dan a un número más que al producto como producto. Y en sí, es un planteo que ha encontrado una contradicción cuando se lleva al ámbito de la lucha libre japonesa, como si Japón fuera un universo alterno donde meter 40.000 personas en un estadio tiene menos valor que meter 10.000 en un estadio de Estados Unidos.

La excusa del “pero es Japón” ya no tiene relevancia en un mundo que cada vez se va sintiendo más chico porque la información llega a todas las pantallas de nuestros dispositivos en una suerte de realidad distópica donde al mismo tiempo que nos enteramos de las desgracias que suceden en la franja de Gaza podemos ver un evento entero siendo subido ilegalmente a Twitter. El juicio de valor alrededor de los ratings y la asistencia independientemente de que, valga la redundancia, no tenga valor alguno se vuelve una contradicción cuando lo llevamos al Puroresu, porque de repente, Kazuchika Okada no es un “draw” en el mundo a pesar de que la simple mención de su nombre en redes sociales logra que esté en tendencia. Porque para usar terminología de dentro de la industria estamos todos pero para justificar nuestras posturas sin recurrir a otras opiniones como faro no hay nadie, y una de esas posturas es esta visión distorsionada de la realidad donde el rating de un producto equivale al valor real que tiene, cuando en realidad el “valor” es un concepto subjetivo dentro del arte, porque lo que a mi me parece una obra de arte a otra persona le puede parecer algo burdo, pero nadie define el valor de algo en base a su convocatoria.

En conclusión, y habiendo analizado este fenómeno de la discusión de los ratings y los récords como un estándar a la hora de definir el valor de algo, puedo decir que para el análisis de la lucha libre como producto y como arte definir lo que vale algo en base a lo que convoca es un error fatal. La lucha libre en si es un deporte tan variado que no podemos decir que All In es el mejor evento de lucha libre de la historia porque fue el que más lleno estuvo, como tampoco podemos decir que Danshoku Dieno vs Yuki Ueno en DDT Sauna Over Flowers tiene menos importancia que Hangman Page vs Swerve Strickland en AEW Dynamite porque uno se hizo en un sucucho de 400 personas y otro en una arena de 4 mil.

Si la lucha libre es un arte o la consideramos arte tenemos que empezar a entender que su valor no lo define la cantidad gente que mira SmackDown, sino la poca gente nueva que se interesa por el producto desde un punto de vista general. Porque de nada nos sirve que 5 millones de personas que semanalmente consumen este nicho lo sigan viendo de manera fiel si no se puede llamar la atencion de 10.000 nuevos espectadores. Tampoco el rating de estrellas define si una lucha es buena o no, porque es algo meramente subjetivo. Luchar para Meltzer no sirve si no luchas para la gente que te ve. El rating no tiene valor alguno, ni los récords son una medalla que se pueden poner como si fueran militares de guerras pasadas. Los que piensan lo contrario deberían tocar un poco de pasto y entender que la lucha libre no es tan popular como creemos, y que algunas empresas solamente viven de la audiencia que han construido durante 60 años o más. Es como Nintendo, que vive de Mario y Zelda, pero la demanda de su público es saber que demonios pasó con Metroid Prime.

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Físico vs talento: La fantasía de poder que permea en la lucha libre

Meses atrás, Hulk Hogan realizó algunos comentarios bastante fuera de lugar, tras afirmar que muchos de los luchadores actuales lucían como si deberían estar empacando sus bolsas de víveres. Un tema que no ha sido exclusivo de Hogan, pues anteriormente luchadores como Kevin Nash o Booker T también han hecho eco de esto.

Más allá si los dichos de Hogan fueron acertados o no, esto originó una discusión interna con mis compañeros redactores a cargo de la página sobre: ¿Cuándo un luchador deja de ser creíble debido al físico?

Cabe aclarar que en este artículo no busco ser la voz de la verdad ni mucho menos, pero sí deseo desentrañar un poco el motivo detrás de esta forma de pensar.

La fantasía de poder como un método de supervivencia

La fantasía de poder es un elemento usado dentro del leguaje audiovisual para vender un producto de cara al espectador/consumidor con el fin de convertirlo en un cliente potencial. Las mismas han estado ligadas a nuestras vidas desde que el hombre dio sus primeros pasos en la tierra, siendo más específicamente un derivado de nuestro subconsciente animal.

En el pasado un hombre de mayor físico era visto como un proveedor potencial por encima de aquel que no era tan dotado físicamente. Basándose en la simple lógica de, ‘A mayor tamaño, mayores oportunidades de conseguir alimento y protección.’ Un pensamiento que está estrechamente ligado a nuestro instinto de supervivencia y por ende a la sexualidad del ser humano.

No por nada las mujeres suelen preferir a los hombres más robustos antes que a uno de rasgos finos y menos fornidos, siguiendo esa idea de que uno tendrá mayor posibilidad de sobrevivir que otro, así que para la hembra es más conveniente emparejarse con un macho que tenga mayores posibilidades de proveer a sus cachorros.

La fantasía de poder como lenguaje audiovisual

En el lenguaje audiovisual la fantasía de poder sigue este mismo principio, pero con fines algo diferentes, si en el reino animal, la idea de un macho grande y robusto significa mayor posibilidad de supervivencia, en el mundo de la mercadotecnia, el mismo se usa como sinónimo de riqueza.

Por esto mismo, no es extraño ver la cantidad de comerciales donde abundan los hombres guapos, altos y fornidos promocionando un reloj, perfume o autos. Siendo que la idea general es vender esa idea de que si uno se ve así, entonces serás más exitoso. Mientras tanto en el caso de las mujeres se usa la misma línea, pero bajo un canon de belleza, ‘si usas este maquillaje, entonces serás más atractiva’.

De acá tenemos que dar el salto a los medios como lo son el cine y la televisión, los más avispados ya se habrán dado cuenta de que este es el mismo modelo bajo el que se rigen este tipo de producciones, teniendo siempre a un protagonista que cumple con cierto prototipo antes que a cualquier otro. Siendo que en esencia estos productos buscan hacer lo mismo, vendiendo esa fantasía de cara al espectador, siendo que una serie con un protagonista guapo, muy seguramente venderá más que una donde el actor principal sea poco agraciado.

De ahí que la mayoría de las películas busquen a un hombre alto y musculoso para interpretar al héroe, mientras la chica protagonista es una mujer bella de rasgos atractivos. Porque seamos serios, por mucho que lo neguemos, nadie estaría dispuesto a ver una serie donde los protagonistas sean personas poco agraciadas, por mucho que nos guste pensar lo contrario. Y no es algo que esté mal por si solo, simplemente estamos respondiendo a nuestros instintos primarios.

La fantasía de poder en la lucha libre

Ahora, una vez dicho esto, pasemos a lo que nos compete. Las fantasías de poder dentro del negocio de los encordados. Si uno echa la mirada para atrás, rápidamente podremos identificar cuantas veces se nos ha vendido la idea del hombre grande como sinónimo de fuerza y habilidad. Desde casos como Hulk Hogan, André The Giant, Ultimate Warrior o Randy Savage; pasando por Undertaker, Diesel, The Rock, Kane, Triple H; hasta un John Cena, Randy Orton, Brock Lesnar o Big Show; para finalmente llegar a un Roman Reigns.

Todos siguiendo un mismo perfil, mismo que te guste o no, está estrechamente ligado a la idea de lo que concebimos como un luchador profesional. En su momento lo comentaba el mismo L.A. Park, con empresas donde antes que nada se pedía una estatura y peso mínimo antes de ingresar a entrenar de manera profesional, siendo en este caso particular por encima de 1.73cm y 80kg.

Algo que puede resultar irrisorio, pero recuerden que Park es un luchador mexicano, donde los habitantes suelen tener estaturas promedio inferiores al 1.70cm. Por lo que en suelo americano el promedio debe estar entre los 1.80cm y los 90kg haciendo un aproximado en base a la información que tenemos.

De este mismo modo, empresas como WWE, TNA o NJPW siempre han buscado mantener esa coherencia respecto a quienes se encuentran en el evento estelar, siendo zonas exclusivamente reservadas para los luchadores de mayor tamaño, dejando a los chicos más bajos relegados al mid-card o simplemente como jobbers.

En casos muy especiales puede darse la posibilidad de que un luchador fuera del prototipo llegue a retar al campeón, en cuyo caso se le suele dar el papel de underdog, mismo que de buenas a primeras, tiene cero probabilidades salir victorioso. Como fue el caso de Sami Zayn en Elimination Chamber.

Siempre bajo la primicia de, ‘Lo que el fan quiere, no es sinónimo de ventas para la compañía.’ Prueba de ello seria el reinado de Roman Reigns, que si bien se ha tornado cansino y tedioso, no ha dejado de significarles grandes puntos de ingresos para la compañía. Termina una decisión acertada desde el punto de vista empresarial.

Deconstruyendo el mito

Entonces si funciona, ¿significa que está en lo correcto? La realidad es que no. Si bien ha habido casos donde el prototipo de luchador grande y musculoso ha demostrado ser un acierto, son más los casos donde el mismo termina siendo un fracaso, tal es el caso de Diesel, Test, Great Khali, Giant Gonzáles o en estos últimos años, Omos. Siendo un constante recuerdo de que no siempre es así.

Curiosamente la mayoría de los anteriormente nombrados sufren del mismo problema, buen físico, pero nulas capacidades atléticas o desenvolvimiento en el micrófono. Quedando relegados a un empaque bonito, pero que en su interior se encuentra completamente vacío.

Mientras por otro lado son impresionantes la cantidad de luchadores talentosos que fueron relegados a la parte baja de cartel debido a ser ‘poco creíbles,’ como lo son los Rey Mysterio, Eddie Guerrero, Jericho, Dean Malenko, Chad Gable, Danielson. Luchadores que lograron demostrar que el físico no lo es todo, sabiendo hacerse de un nombre y legado dentro del negocio, incluso llegando a ser campeones mundiales con grandes reinados.

Prueba de que no hace falta ser un tipo alto y grande para ser buen deportista, ejemplos hay por montones, pero tampoco deseo hacer que este artículo sea más largo de lo que ya es. Pero es evidente que ese pensamiento se ha convertido en un lastre para la industria más que en un referente que debamos seguir a rajatabla.

¿AEW no es creíble o si lo es?

Y finalmente llegamos al tema tabú, AEW, empresa llena de fanáticos y detractores por igual, algunos porque les gusta el producto, otros simplemente porque es la empresa del barrio de al lado y otros más porque simplemente odian todo… como su servidor.

Bromas a parte. ¿Cuántas veces no hemos leído en estos últimos cinco años que los luchadores de AEW no son creíbles? Que si son demasiado bajos, que si mi pierna es más grande, etc. Pero ¿Realmente es así?

Aclaremos una cosa, AEW es una empresa que partió siendo una alternativa al producto mainstream de WWE por eso mismo es natural que se enfocaran en traer luz a esa escena indie la cual muchas veces es dejada de lado por el público casual. Algo que yo personalmente viví en su día, cuando fui el único de esta página que se molestó en hacerles una reseña de sus primeros eventos, siendo que mis compañeros pasaban completamente del tema (agradecimientos a mis compañeros Walter y Carlos quienes me apoyaron al último minuto… no como otros pseudo-drones). Eventos a los que me aventuré sin ningún problema, siendo alguien que ha estado empapado de lucha libre desde que tengo uso de razón, especialmente de la escena indie como lo son GCW, PWG, CZW, ROH, ECW (la original, no ese esperpento creado por WWE), etc.

¿Qué fue lo primero que nos encontramos en dicho evento? Efectivamente, un show donde lo primero que podías respirar era ese aroma propio de la lucha libre independiente. No obstante también veríamos los primeros pasos de quienes en un futuro serían sinónimo de AEW. Pero también de ese repelús que la empresa causaría años más tarde.

Acá no habían hombres grandes, literalmente el nombre más conocido con el que partieron era Chris Jericho seguido por Cody Rhodes. Y antes de que lo pregunten, ¡No!, Kenny Omega y los Young Bucks no eran draws dentro de suelo norteamericanos, siendo que uno fue mayormente conocido por sus luchas con niñas de 7 años y los otros no pasaban de ser los ex Generation Me.

Gente que distaba mucho del prototipo de luchador grande, pero que aún así logró llamar la atención de unos cuantos. De la mano de una buena estrategia de marketing cabe aclarar.

Y así fue como paso a paso llegamos a la actualidad, donde Darby Allin, MJF, Adam Cole, Orange Cassidy y compañía forman parte de las principales caras de la empresa. Siendo el mayor ‘pero’ por parte de los fans acérrimos de WWE, que son luchadores poco creíbles. Seamos honestos muy posiblemente tú que estés leyendo este artículo o yo mismo seamos más altos que Adam Cole, pero de ahí a que podamos meternos a un ring y hacer lo que él hace, es un mundo muy diferente.

Al menos yo puedo admitir que no duraría ni tres minutos en un mano a mano contra cualquiera de los anteriormente mencionados, siendo que esos dos minutos extra fueron la entrada al ring. Critica que además resulta irrisoria cuando hace tan solo unos años la gente pedía a gritos que Adam Cole llegara al roster principal mientras era campeón de NXT (Aclaro que yo no. Me alegra decir que no me gusta desde su debut en ROH).

Así que no deja de ser un comentario a partir de un odio infundado por haber abandonado a WWE. Que seamos honestos, es quizás una de las peores empresas en las que se podría trabajar, llena de acoso, racismo y otros temas dignos de This Isn’t Wreslting.

Pero algo que no se puede negar es que en AEW abundan los mal llamados ‘vanilla midget.’ Mote acuñado por el siempre ‘carismático’ Diesel, Kevin Nash. Que tal y como su nombre lo indica se traduce como enano de vanilla. De verdad si existiera una competencia de ver quien es el más desgraciado del negocio, Nash y Hogan serían candidatos a ganar por goleada.

Talento vs estatura

Si bien me parece un mote completamente ofensivo, es cierto que AEW tiene exceso de luchadores que encajan con este perfil, no obstante creo que se le da mucha importancia a este aspecto. Quizás Darby, Cole o Cassidy no sean los más altos, pero son entretenidos y saben manejarse bien en el micrófono, siendo algo clave para triunfar dentro del mismo, incluso dándose el lujo de tener a un maestro del ‘trash talking’ como MJF.

Por otro lado tenemos a WWE donde hace tan solo unos días vimos a un Finn Bálor superado ante los constantes cánticos del tema de Rollins, aún cuando Seth dejó la puerta abierta para que lo acabara, algo que lamentablemente no pudo hacer. Tan difícil era decir un ‘Shut The Hell Up!’

Otro ejemplo está en Jeff Hardy, el luchador más popular de los 2000’s, que tampoco encajaba dentro del prototipo de WWE, siendo un chico con un aura más cercana a los chicos de las Boy Bands, pero aún así logró despuntar, manteniéndose como uno de los luchadores más over de la compañía, aunque las adicciones terminaron por enterrar el futuro que pudo haber tenido.

Un buen bookeo

Siguiendo con esta misma tónica, tenemos el hecho de que Cassidy y MJF han dado dos de los mejores reinados de la era moderna, con un alto nivel in-ring pese a que no me considero fan del chico de las gafas de sol. Una prueba fehaciente de que el tamaño no es un referente de la calidad del gladiador. O si el mismo tendrá éxito o no. Simplemente Bryan Danielson difícilmente pasa del 1.73cm y es uno de los mejores luchadores de la historia.

Lo que verdaderamente es un factor relevante es el tratamiento que se le de al bookeo del luchador. Un claro ejemplo son las luchas de AJ, Danielson ante Brock Lesnar. Luchadores que tuvieron claras oportunidades de ganar gracias a un buen trabajo a la hora de construirlos durante el combate, haciéndolos ver como retadores creíbles y no solo como un rival de turno para The Beast.

No es lo mismo bookear un encuentro donde el retador logra aprovechar un descuido del rival para tornar las cosas a su favor, que uno donde el retador se la pasa corriendo asustado el 90% del encuentro.

El público

El problema viene cuando gran parte del público que consume lucha libre, son redneck sureños, que tienen tatuada la segunda enmienda en el corazón. Personas a las que personalmente no recomiendo tomar muy en serio. Peor aún cuando los lideres de opinión que critican a ‘x’ luchador porque el mismo les resulta poco interesante, llegando a criticar a gente sumamente talentosa como puede ser el caso de Ronda o Lesnar, de los cuales abundan por montones.

Claramente personas que han sido previamente adoctrinadas por los medios para comerse la narrativa de que más grande es mejor, en especial cuando tomamos en cuenta que el mayor referente del negocio lleva años modificando su discurso para que todos pensemos que las cosas fueron así, aunque muy poca validez deberíamos darle a una empresa que borra luchadores de la historia dependiendo de la pierna con la que se levanten sus ejecutivos.

Conclusión

Es claro que no se puede cambiar una mentalidad que ha permeado en el consumidor desde el principio de los tiempos, pero si podemos romper una lanza a favor de lo que se considera está equivocado, cuando simplemente no lo está. Medir el talento de un luchador en base a su tamaño resulta algo tan risible como hacerlo en base a su color de piel o corte de pelo.

Y es un hecho que tampoco se va a cambiar el modelo que rige el negocio, siendo un modelo que ha demostrado dar buenos números, por más que las criticas puedan resultar poco favorables, al final del día, estamos respaldando el producto y eso es lo que realmente importa.

La conclusión es que ambas posturas tienen algo de verdad, pero también son engañosas, en primera, porque a lo largo de este artículo hemos desmontado esa idea de que hace falta tener buen físico para ser buen luchador. Y en segunda, porque aunque nos duela admitirlo, esto es un negocio, mismo donde si quieres tener éxito, deberás acatar algunas reglas no escritas para poder garantizar la mayor exposición posible.

Prueba de ello es la misma AEW, que si bien partió con solo dos nombres, al poco tiempo se hizo de Mox, Danielson o CM Punk. Que son garantía de buenas ventas, aunque siempre priorizando darle exposición a los chicos de casa, que considero al final del fía es lo más importante cuando quieres hacerte diferenciar del resto.

¿Y ustedes que opinan?, ¿Crees que el físico es algo importante en el negocio?

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Cartelera actualizada AEW All In 2023

Luchadores reaccionan a Argentina Campeón del Mundo

El mundo de la lucha libre reacciona a la victoria de la albiceleste en el mundial de Qatar.

El fútbol es sin duda alguna uno de los deportes más grandes alrededor del mundo, mismo que no deja indiferente a nadie y por eso mismo la final de la copa del mundo Qatar 2022 no podía ser la excepción. Donde tras una final cardíaca entre Francia y Argentina, les traemos las mejores reacciones del mundo de la lucha libre ante la victoria de la selección Argentina capitaneada por Messi.

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Chris Jericho y los luchadores que serán el futuro de AEW

La leyenda viviente de la lucha libre y primer campeón en la historia de AEW, Chris Jericho, ha dado a conocer los nombres de los que cree que serán las futuras estrellas en la compañía de Tony Khan.

En el contexto de una entrevista exclusiva con Sportskeeda, el primer campeón indiscutible de WWE señaló a varios nombres, entre los que destacan MJF, Darby Allin, Jungle Boy, Orange Cassidy, entre otros.

A continuación, dejamos un extracto de la entrevista y sus correspondientes declaraciones:

¿Quien es el luchador más infravalorado en el roster de AEW y por qué es MJF?

Chris Jericho: “No. No lo creo en absoluto. Creo que MJF se parece en muchas cosas a Sammy Guevara. Ambos están progresando y están haciendo un trabajo fenomenal con 23, 24 años. Lo mismo pasa con Darby Allin. Jungle Boy también es un talento al alza. Scorpio Sky es un talento al alza.

Tampoco han visto prácticamente nada de Dr. Luther y todas las cosas que puede hacer. Trent será muy importante en el futuro. Orange Cassidy es una figura “de culto” , pero cuando el público regrese a las arenas nuevamente, verás que será aún más popular de lo que ha sido”. 

“Hay mucha gente que considero infravalorada, incluso dentro de The Inner Circle. Santana, Ortiz y Jake Hager han crecido mucho desde que nos unimos. El cielo es su límite”

The Inner Circle

Chris Jericho junto a Sammy Guevera. Experiencia y juventud.

Por su parte, en esta entrevista fue consultado respecto a las posibilidades de integrar nuevos miembros a Inner Circle, el stable del cual es líder:

“No lo sé. Dependerá de lo que suceda con las historias. Para mí, todo está basado en la historia, en la historias que nosotros contamos, de que encaja o no encaja en ella. Creo que uno de errores de la NWO original comenzó cuando se integraron tipos como Virgil. Esto hace que se desaparezca los factores de exclusividad”.

“Si alguien se integra a The Inner Circle, necesitará una buena razón para convencerme. No me opongo a la idea de nuevas incorporaciones, pero no estoy en búsqueda de nuevos miembros”.

Dios ha hablado y no queda otra que escucharlo. Además lo de Virgil estuvo bien.

WWE realiza varios despidos

En respuesta a la crisis económica que se está generando con el COVID-19, WWE está realizando un considerable recorte de personal. Hasta el momento, se han confirmado los despidos de, Heath Slater, Sarah Logan, Drake Maverick, Curt Hawkins, Mike Chioda, Lio Rush, Billy Kidman, Karl Anderson, Luke Gallows, Aiden English, Kurt Angle, Mike Rotunda, Eric Young, Rowan, los Colon (Primo y Épico), Mike Kanellis, EC3, No Way Jose, Zack Ryder y Rusev.

Más adelante, se confirmó que en NXT también habían comenzado los despidos, siendo la primera víctima confirmada Deonna Purrazzo.

Entre los ahora ex trabajadores de WWE, han dejado algunas reacciones en las redes sociales:

https://twitter.com/WWEMaverick/status/1250493936185102339
https://twitter.com/RealMikeBennett/status/1250535454941892610

Los wrestlers no han sido los únicos despedidos, ya que WWE también ha desvinculado a productores y entrenadores. Entre otros nombres, la lista se encuentra integrada por Dave Finlay, Shawn Daivari, Scott Armstrong, Billy Kidman, Lance Storn, Mike Rotunda, Pat Buck y Sarah Stock. Incluso, el recorte de personal también terminaría afectando al árbitro Mike Chioda.

Finalmente, cabe señalar que muchos de los otros despidos corresponde a trabajadores anónimos detrás de las cámaras. Dicho de otro modo, es muy difícil dimensionar el real alcance del recorte de personal de WWE.

Abrimos la siguiente entrada para que puedan debatir, al respecto. ¿Cuál despido lamentan más? ¿Cuál desvinculación lamentan menos? ¿Cuál posible despido lamentarían en especial? ¿Cuál posible desvinculación les gustaría? ¿Que opinan del futuro de WWE?

Conociendo a DDSD: ¿Cuánto sabemos de lucha libre?

Alonso Salazar (Hit) y César Soto (Rockstar) se someten a un especial cuestionario en donde demuestran sus conocimientos sobre la lucha libre. Además, conocemos la historia de Dos dos solo dos y los gustos de nuestros integrantes.

Escucha “Conociendo a DDSD: ¿Cuánto sabemos de lucha libre?” en Spreaker.

El wrestling y las historias

Por Richard Showstopper#DDSD.

Últimamente WWE me genera un nulo interés por su producto y más allá de la calidad de sus luchadores en el ring, se debe a un factor que creo se ha perdido y estas son las historias. Allá por los 90s cuando la Attitude Ere reinaba, si bien el nivel in ring de varias superestrellas era dudoso, había algo que nunca faltaba: las historias capaces de hacer que nos sintiéramos identificados con los luchadores.

Debido a eso, quiero exponer a través de este artículo mi visión sobre este punto.

El wrestling considerado por muchos como un espectáculo para la gente de origen más humilde, bebe mucho de las obras de teatro en mi opinión. Tenemos una puesta en escena donde dos personajes se contraponen uno a otro en una trama, ya sea del bien contra el mal  (rudo/heel contra técnico/face) o simplemente dos ideologías que se contraponen una a la otra al más puro estilo de Batman y Superman (Tanahashi vs Omega).

Una vez tenemos todos los alicientes para la misma, concluimos todo en un combate donde solo uno de los involucrados saldrá vencedor y es decisión de nosotros a quien apoyaremos en su camino por la gloria.

Siempre he considerado a la película de Rocky como un buen ejemplo de cómo contar este tipo de historias. Primero que nada debemos de tener en cuenta que Rocky no es una película de boxeo, más bien esta centrada en un representante de este deportes y sus dramas. 

Tenemos un protagonista que no tiene ese prototipo de héroe al que estamos acostumbrados (generalmente un tío bonachón y de una moral intachable), acá tenemos un acercamiento más real, con un protagonista que bien podría ser encasillado como un perdedor, un hombre de los bajos mundos que funge como cobrador de deudas para ganarse la vida y cuya carrera en el mundo del boxeo no parece despegar viviendo en un pequeño apartamento en Filadelfia. A lo largo de la cinta veremos cómo se desarrollan las relaciones de nuestro protagonista, donde todo cambia cuando recibe una oportunidad para enfrentar al actual monarca de la división de peso completo, Apollo Creed,  quien resulta ser la contraposición perfecta para nuestro protagonista y camino a prepararse para esta gran hazaña. La pelea no es más que la guinda del pastel para todo lo que vemos ocurrir a lo largo de la película, incluso en los momentos finales Rocky esta más interesado en encontrar al amor de su vida entre el público que en haber estado a punto de vencer al campeón. Al final de la cinta tenemos a un Rocky ganador, no por ganar un título, sino por su triunfo moral.

Tetsuya Naito es otro buen ejemplo de cómo contarle una historia al espectador y lograr que este se sienta interesado por lo que va a pasar. Un hombre que se convirtió en “Ingobernable” después de haber sufrido el rechazo del público. Naito se vio obligado a ver su lucha por el título principal de la empresa ser pasada de largo por el espectador quien se encontraba más expectante por el duelo entre Nakamura y Tanahashi en ese mismo evento. Destruido no solo físicamente, también moralmente, Naito viajó a tierras aztecas para reencontrarse a si mismo y fue ahí donde Naito volvió a nacer, regresando a Japón con una nueva actitud más rebelde. Pasando de esos mismos fanáticos que alguna vez lo rechazaron, Naito ahora era un ingobernable y solo le faltaba una cosa para ver su sueño completamente realizado y ese era volver a enfrentar al hombre que alguna vez lo derrotó en el evento estelar de WK 12 y para llegar hasta ahí era menester salir victorioso del G1 Clímax y así ganar una oportunidad que afianzaría esa tan esperada lucha.

Después de lograr salir victorioso del G1 parecía que todo estaba listo  y que las estrellas finalmente se habían alineado para ver coronarse al ingobernable (que inocentes éramos), pero nada de esto ocurrió y Naito volvió a caer frente a Okada (Gedo algún día pagaras por esto); pero peor aún, volvió a ser relegado como guardián del título Intercontinental.

WWE nos ha contado buenas historias, como por ejemplo el 2013, donde vimos como se gestaba una de las grandes historias de la era moderna que pasaría a ser toda una revolución. Y me refiero al Yes Movement.

Después de algunas eras oscuras en la empresa de Vince parecía que todo comenzaba a iluminarse y esa oscuridad finalmente se desvanecería. Con un The SHIELD siendo dueños del lugar, Un CM Punk volviendo al bando técnico y  un pequeño hombre parecía que finalmente tendría esa gran oportunidad que merecía: Daniel Bryan.

Pongamos en contexto, Daniel Bryan habría obtenido una oportunidad para convertirse en campeón y portador de la presea más importante de la compañía frente a John Cena,  la cara e icono de la empresa (ahora que lo pienso la forma en la que Bryan termino recibiendo dicha oportunidad por parte del mismo Cena me parece familiar cof… cof… Rocky… cof… cof…). Y esto habría desencadenado una serie de sucesos donde se ponía en evidencia que el barbón no era del agrado de la directiva por no ser digamos material para campeón. Aún así Bryan buscaría demostrar todo lo contrario y después de una lucha donde lograría ser digno para portar el campeonato, la directiva demostraría tener otros planes, haciendo que Randy Orton canjease su maletín del MITB esa misma noche después de que Bryan fuese atacado por Triple H (el ñato robando cámara, ostia esto si que es nuevo). Esto derivaría en la creación del nuevo Stable The Authority comenzando una rivalidad entre ellos, con Bryan buscando recuperar lo que era suyo y una autoridad haciendo todo lo posible para evitarlo.

El resto, es historia. Bryan, ante todo, fue capaz de cerrar un main event de WM, derrotando antes a Triple H (Hunter por favor ya deja de robar, estas igual que Nacho) y venciendo a Orton/Batista.

Una magnifica historia en la que un hombre común se levanta contra el sistema y sale victorioso.

Como podrán darse cuenta es gracias a las historias que una simple rivalidad se convierte en algo para el recuerdo ya sea de forma positiva o negativa.

Una buena lucha no solo va de la pelea en si, sino también en ese algo que requiere una identificación y la capacidad de involucrarnos. No el aplauso fácil, como estamos acostumbrados últimamente. Espero que WWE sea capaz de entender porque últimamente su bookeo da pena ajena. 

Wrestling y cultura popular I: la mala reputación del wrestling profesional

A diferencia de otras artes, el wrestling no es considerado para el desarrollo de estudios académicos. Por eso he decidido traducir íntegramente un trabajo del doctor Dalbir Sehmby en el que examina las relaciones entre la lucha y la cultura popular. Para efectos de referencia, el título original es “Wrestling and Popular Culture”, de la revista “CLCWeb: Comparative Literature and Culture” y fue publicado el 2002. El artículo original es posible encontrarlo a la vez en el sitio http://docs.lib.purdue.edu/clcweb/vol4/iss1/.

Siendo un estudio académico los parámetros son distintos a los de un artículo común y corriente de esta página. En primer lugar, tiene un metalenguaje más difícil lo que me ha llevado a hacer algunas modificaciones en la traducción y a la división de las ideas en apartados temáticos. En segundo lugar, dada la extensión del texto se ha dividido en ocho artículos siendo este el primero de ellos. Eso es posible dada la cantidad de tópicos que trata el autor. En este caso comenzaremos hablando de la mala fama de la lucha libre.

La mala reputación del wrestling profesional 

Introduce el wrestling profesional en una conversación y alguien dirá: “es tan falso”. Y no sólo los buscadores de fallas usan la frase, incluso los fanáticos sinceros se encuentran usando la frase, sólo para aclararle al mundo que tienen suficiente sentido común para comprender que la lucha libre es “falsa”. Culturalmente, cuando pensamos en el arte, no pensamos en el wrestling. Televisión y arte ya tienen una relación controvertida, por lo que la lucha libre y el arte profesional tienen una relación mucho más difícil.

Sin embargo, a través del trabajo académico y el entusiasmo visual, la programación televisiva se ha convertido en un medio importante del siglo XX. A pesar de lo anterior, en el texto promedio, las referencias o la enciclopedia de la televisión, el wrestling permanece visible por su ausencia. Esto, a pesar de que uno de los primeros éxitos de la televisión fue el programa de lucha libre de Dumont Network y algunas de las primeras celebridades de la televisión fueron luchadores. Además, cincuenta años más tarde, el wrestling sigue siendo un elemento básico constante de la programación televisiva de América del Norte.

Sin embargo, para los estudiosos de la televisión, ha habido desdén por la lucha libre. Específicamente, la reputación sórdida del wrestling profesional se deriva de cinco factores básicos: su condición de arte bajo, su desarrollo histórico, su existencia liminal, su espectáculo de exceso y su forma de medios híbridos. En última instancia, al reconocer su bajo estatus y al articular el entretenimiento como un tipo de decepción permisiva, los productores, artistas y aficionados se reapropian del estado de juego de la lucha libre, destruyendo la noción de una jerarquía de formas de arte popular y anunciando todo el entretenimiento como una ilusión exitosa, o “falsa”.

Arte de la alta y de la baja cultura

Antes de analizar las razones específicas de la reputación negativa de la lucha libre, debe abordarse la noción general del arte de la clase trabajadora versus el arte de la clase alta. La alta cultura, como el ballet, la ópera y la música clásica, se considera estéticamente compleja e intelectualmente atractiva. La alta estética ha sido y sigue siendo críticamente delineada y evaluada dentro de las universidades, colegios y en la sociedad en general. Históricamente, sin embargo, el aplauso elitista para el arte elevado se ha producido a expensas del arte de clase baja. Las distinciones en el arte van de la mano con distinciones entre clase, gusto y estándares estéticos generales dentro de nuestra cultura. John Fiske, en “Understanding Popular Culture” (1996), explica el argumento principal de Bourdieu sobre la distinción de clases y el arte de la siguiente manera:

“La cultura se usa para distinguir entre clases y fracciones de clases, y para disfrazar la naturaleza social de estas distinciones ubicándolas en los universales de la estética o el gusto. La dificultad o complejidad del arte “alto” se usa primero para establecer su superioridad estética al arte “bajo” u obvio, y luego para naturalizar el sabor superior y (calidad) de aquellos (la burguesía educada) cuyos gustos se encuentran. Se ha desarrollado una industria crítica a su alrededor para destacar, si no realmente crear, su complejidad y, por lo tanto, para trazar distinciones enmascaradas pero satisfactorias entre quienes pueden apreciarla y quienes no. La complejidad artística es una distinción de clase: la dificultad es un giro cultural: admite solo a quienes tienen las entradas correctas y excluye a las masas.”

La categorización de la televisión como una baja arte

En términos generales, la alta cultura aplaude el arte de la clase alta, creando estándares específicos de calidad y sabor. Sin embargo, la industria crítica que rodea el arte superior a menudo ha pasado por alto el mérito de lo que se puede llamar arte bajo, de clase obrera o popular. Porque la cultura popular es popular o porque los medios de comunicación son de las masas, por su propia naturaleza y debido a los límites tradicionales del gusto, los medios de comunicación populares existen en oposición al arte más aclamado por la crítica. Para mantener una industria crítica en torno al arte elevado, se evitan los estudios de arte hechos para las masas, como la televisión.

El estudioso de medios de comunicación Robert Abelman en “Reaching Critical Mass” (1998) describe varias razones por las que la televisión no se considera arte elevado. Por ejemplo, entre sus razones se incluye que la televisión no ha sido aceptada por la comunidad intelectual, que la televisión es demasiado accesible y que la televisión no se considera más que un artículo popular. Específicamente, Abelman señala que el arte de élite se percibe como “único, técnicamente y temáticamente complejo, y producido por un artista identificable de estatura y visión personal“.

En contraste, el arte popular “se esfuerza por ser familiar, común y convencional, y por lo general es producido por artistas desconocidos y sin dueño para su distribución comercial y consumo a gran escala. A menudo se crea con fines de lucro y, como una forma de expresión artística, devaluado por su misma popularidad “. En otras palabras, la televisión es una forma de arte popular y rentable y, por lo tanto, no se considera estéticamente compleja ni creativamente original como el arte de élite. Como resultado, los programas de televisión tampoco se consideran estéticamente complejos o creativamente originales como sus contrapartes de élite. Sin embargo, no cumplir con las calificaciones de arte de élite no descarta la riqueza disponible dentro de un programa de televisión popular.

La distinción entre programas de alta calidad y baja calidad

Desafortunadamente, en un intento por validar los estudios de los medios, los críticos han creado una jerarquía propia. Por ejemplo, los dramas de televisión en vivo de la década de 1950 se han comparado con el alto arte del teatro y, por lo tanto, dentro de una compañía tan alta se argumenta que son formas dignas de arte popular. O considere la Estación de Transmisión Pública de los Estados Unidos (PBS), reconocida por su variedad de programación educativa y de calidad. PBS obtiene muchos menos puntos de audiencia que las principales redes estadounidenses y, sin embargo, se evalúa críticamente.

Esta combinación de bajas audiencias y alto elogio crítico es casi un cliché en la televisión; los programas de televisión con altas audiencias a menudo se consideran indignos de atención crítica o académica. Entonces, dentro de la crítica de televisión, hay una distinción entre programación de alta calidad y de baja calidad que originalmente se basó en los estándares establecidos por formas comparables de arte elevado.

El lugar del wrestling en la jerarquía televisiva

Esta clasificación dentro de la crítica televisiva existe incluso hoy en día. La propia categorización de la década de 1950 como la Edad de Oro frente a la era de la televisión basura de finales de la década de 1990, por ejemplo, ilustra la distinción entre televisión alta y baja. Sin embargo, incluso durante la década de 1950, el wrestling estaba situado más abajo en la jerarquía de la televisión. Milton Berle y su espectáculo de variedades son reconocidos por llevar la televisión a los hogares de los televidentes en todo Estados Unidos, mientras que “Gorgeous” George y el espectáculo común de la lucha libre profesional no reciben tal reconocimiento.

Esto a pesar del hecho de que el wrestling tendría un mayor atractivo general en todo Estados Unidos que el espectáculo de Berle por dos razones: la proliferación de programas de lucha en los primeros días de la televisión y el gran atractivo del espectáculo del wrestling. Según David Hofstede en “Slammin ‘: Wrestling’s Greatest Heroes and Villains” (1999), la lucha se emitió por primera vez el 30 de julio de 1948 en Dumont y poco después, de 1949 a 1951, ABC, CBS y NBC transmitieron combates de wrestling y Hofstede escribe que “el primer usuario del canal podría encontrar espectáculos de lucha seis noches a la semana”.

Parece más plausible que un espectáculo bueno frente al mal llegue a más personas en todo Estados Unidos que un comediante basado en Nueva York con una clara inclinación urbana a su humor y en mi opinión la lucha es más capaz de traducir diferencias regionales, étnicas y de clase que las de Berle. Por lo tanto, el wrestling tiene un estatus indebidamente bajo, ya que no solo es un programa de televisión, sino que también ocupa un lugar bajo dentro de la jerarquía televisiva, lo que es ilustrativo por su falta de reconocimiento como incluso un género existente.

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Como adelanté en el anterior artículo de pro-wrestling y boxeo, luego del mal combate entre Roddy Piper y Mr. T en Wrestlemania 2, la WWF se abstuvo de relacionarse con el box. Hasta que más de 12 años después se pactó un match de boxeo en In Your House: D-Generation X 1997. La Attitude Era traía de vuelta el box a la gran empresa.

Marc Mero vs. Butterbean

Eric Esch “Butterbean” no era un boxeador con una gran técnica ni estrategia, pero para la audiencia resultaba atractivo ver que un tipo de 180 kg. podía noquear rápido y duro a sus rivales. Por ende, su función no era la de retar al campeonato sino que entretener a la audiencia en peleas de 4 rounds que venían antes de los combates estelares por los títulos.  Tuvo un impresionante récord de 77-10-4 (al momento de su retiro definitivo en el 2013), pero en combates de “exhibición”, muchas veces contra amateurs y gente que recién se estaba dando a conocer.

En cuanto a Marc Mero, de joven entrenó para ser boxeador profesional, hasta que una lesión en la nariz hizo que optase por el pro-wrestling. Debutó en 1991 y desde ese momento deambuló en el mid-card de WCW y WWF, siendo manejado en esta última por su esposa Sable. Para fines de 1997 Marc adoptó un gimnick que venía siendo bastante similar a su propia historia: un boxeador que se había convertido al pro-wrestling. Dentro del mismo, además comenzaba a mostrar ataques de celos contra los fans de Sable.

La storyline del combate comenzó a desarrollarse en el Raw del 17 de noviembre, en el cual Butterbean fue presentado como parte de la primera fila del público. Mero hizo su presentación para un combate contra Jerry Lawler, mientras Sable saludó a todo el público y el boxeador le respondió. Marc bajó entonces molesto al ringside e increpó a Butterbean hasta que Sable lo convenció de volver al ring. Luego en el match, se vinieron intervenciones de Sable y el hijo de Lawler “too sexy”, hasta que por culpa de la mujer descalificaron a Mero.

En el post match, Marc discutió con Sable, no solo por la intervención de ésta. En los momentos finales del combate Sable se había quitado los lentes demostrando un ojo morado, lo que daba a entender que allí había violencia intrafamiliar por parte de Mero. Más adelante en el mismo show, Jim Ross entrevistó a Mero y éste acusó a Butterbean de coquetear con su esposa, para luego retarlo a subirse al ring. El boxeador se subió y Mero le dio un empujón, pero Butterbean molesto respondió con uno más fuerte que lo derribó. Luego llegaron los árbitros a separarlos, sentando las bases de lo que sería el combate en D-Generation X.

Al principio del match Marc se dedicó a esquivar las arremetidas de Butterbean, acercándose a las cuerdas hasta que el boxeador aprovechó uno de esos momentos para mandarlo de un golpe fuera del ring. Al final del primer round, Mero golpeó a traición la nuca del boxeador, lo que provocó que fueran separados. En el segundo round, Marc aprovechó un descuido del referee para asfixiar a Butterbean con una cuerda lo que le dio la ventaja y una vez finalizado aprovechó de patear al boxeador.

Para el tercer round Butterbean recuperó terreno y derribó a Mero quien fue salvado por la campana, luego Marc se desmayó sobre el banquillo de su esquina y el boxeador lo despertó tirándole su balde con agua encima. En el cuarto round Butterbean volvió a derribar a Mero, pero éste le hizo un low blow provocando su descalificación inmediata. Acto seguido, fue a buscar su banquillo y se lo rompió en la espalda al boxeador, para luego huir. Butterbean se recuperó rápidamente del golpe y entró a backstage detrás de Marc dando por finalizado el post-match.

El combate es bastante divertido, ya que más allá de los golpes Mero tiene varios momentos heels y Butterbean saca a relucir bastante carisma, demostrando que era el sujeto idóneo para la ocasión. También sirvió para dejar bien parado a Marc, ya que si bien quedó en inferioridad frente al boxeador fue capaz de dominarlo a momentos y tampoco perdió de forma limpia. Además, Sable no intervino evitando el sobrebookeo, un error común en la Attitude Era. Lamentablemente para Mero, no pudo hacer demasiado más en su carrera entre las lesiones y la falta de push luego de separarse de Sable meses más tarde.

Steve Austin y Mike Tyson: mucho más que un brawl

En los ’90s Mike Tyson era el boxeador más llamativo del globo, dada una actitud agresiva en el ring que se veía condimentada por su historial criminal. Con una velocidad inusual para su peso, Tyson fue en su mejor momento un maestro del desliz y el contrataque, ya que respondía a los jabs (un tipo de golpe que sirve para alejar a los rivales mientras se ganan puntos) con golpes de nocaut que terminaban las peleas sorpresivamente. Pero desde la muerte de su entrenador Cus D’Amato (1985) Mike no volvió a boxear igual: ahora recibía mucho más golpes y revelaba poca capacidad de adaptación ante la ofensiva de sus rivales.

Para cuando Tyson firma con WWF en diciembre de 1997, su carrera profesional iba en caída libre, pero seguía siendo una estrella del box. Fue presentado en el Raw de la semana posterior al Royal Rumble 1998 como el árbitro invitado especial (semanas después fue renombrado special enforcer) en el Main Event de Wrestlemania XIV.  Hasta que llegó Steve Austin a insultar a Mike con una promo. Tyson empujó a Stone Cold y se armó un brawl en el que fueron rápidamente separados por los oficiales en el ring.

En otros shows, el campeón de WWF Shawn Michaels también comenzaría a tener careos con Mike, solo para revelar que Tyson se había unido a D-Generation X. Para el match de Wrestlemania Mike se presentó con su camiseta de D-Generation X y un theme muy similar al que después tendría X-Pac, dando a entender que estaría del lado de Michaels. Pero a la hora de la verdad no solo no intervino para ayudar Shawn, sino que además hizo una cuenta especialmente rápida a favor de Steve Austin. Acto seguido Michaels se acerca furioso a Tyson, pero luego de tratar de golpearlo el boxeador lo manda a la lona de un golpe.

Aunque la aparición de Tyson le costó 3 millones de dolares a WWF, los beneficios son indudables. Ayudó a sentar las bases de Steve Austin como ace de la compañía, lo que marcaría el progresivo aumento de los indices de audiencia que los hizo ganar las Monday Night Wars. De hecho, el brawl con Stone Cold en que apenas hubo contacto físico, opacó totalmente la rivalidad con Michaels. Y la mencionada conferencia de prensa fue a su vez emitida en diversos noticieros de USA. Al fin y al cabo, tal como  sucedió en otros momentos que revisamos, una estrella del mediático boxeo se ponía al mismo nivel de un sujeto del mucho menos conocido pro-wrestling.

Boxeo llevado al exceso: el Brawl for All

El Brawll for All fue un torneo de boxeo con peleas legitimas entre luchadores, realizado en los Raws entre junio y agosto de 1998. La idea de Vince Russo tomó forma producto de la gran cantidad de luchadores de WWF sin tiempo en TV y el interés en EE.UU. por shows de boxeadores amateurs.  La participación de los 16 competidores fue voluntaria, además que el ganador se llevaría $75.000 dolares y el segundo lugar $25.000.

El torneo no era de boxeo tradicional ya que, aparte de golpear al oponente, los luchadores podían provocarle un takedown (sujetar una parte de su cuerpo para derribarlo), pero con la salvedad que una vez en el suelo no podían seguir golpeándolo y tenían que dejar que se levantáse. Las peleas se dividían en tres rounds de 1 minuto cada uno y si el luchador no llegaba a noquear al rival, podía ganar por acumulación de puntos. Se podían obtener puntos por ser el luchador que más golpeó en el round, por los takedowns y por mandar con golpes a la cuenta de 10 al rival.

Según Jim Cornette, la compañía creía que “Dr. Death” Steve Williams iba a alzarse con la victoria, ya que tenía la fama de ser uno de los hombres más duros del negocio. De hecho, luego de ganar el torneo la idea era que eventualmente tuviera un combate en PPV con el ace de WWF Steve Austin. Aquí se puso en evidencia la falla de tratar de controlar un show en que las peleas si son legítimas: Williams fue noqueado en la segunda ronda del torneo por Bart Gunn. Hasta el segundo round iban casi empatados, pero en el tercero Gunn le hizo dos takedowns y, ante una inminente derrota por puntos, Steve atacó con todo bajando su guardia, momento en que Bart lo noqueó.

Gunn con una buena zurda dominó todo el torneo hasta ganarlo, ya que podía usar un estilo defensivo hasta que el oponente bajaba la guardia y lo noqueaba. De hecho, los únicos tres KOs de toda la competición fueron provocados por Bart, entre ellos el que le dio la victoria sobre Bradshaw (hoy conocido como JBL) en el primer round de la final. Todos los otros luchadores ganaron por puntos o alguna descalificación del adversario, e incluso algunos como Steve Blackman llegaron al nivel de basar su estilo totalmente en tratar de hacer takedowns.

Otro luchador que se veía con buenas posibilidades era Steve Blackman, considerando que derrotó de una manera muy dominante al antiguo amateur Mero, pero se lesionó. El  lugar de Blackman pasó a Mero y este fue derrotado por Bradshaw, quien terminaría llegando a la final. Curiosamente los peleadores de MMA Ken Shamrock y Dan Severn que en teoría podrían haber dominado el torneo, no participaron (en el caso de Severn, se retiró luego de ganar la primera ronda). Según Dan, la misma WWF les prohibió participar lo que bien podría deberse a que querían una competición más pareja o porque querían allanarle el camino a Williams.

Varios participantes reconocieron después que el torneo fue una pésima idea. En primer lugar porque Williams quedó muy mal parado. De hecho, había llegado a la empresa siendo uno de los nuevos fichajes mejor considerados, pero este suceso junto a una lesión provocaron que la directiva perdiera interés en él y lo terminasen despidiendo a principios de 1999. Otro tema que ya criticamos antes es que la gente paga por una entrada para ver pro-wrestling, no boxeo. De ahí se entiende que en casi todos los combates la reacción del público fue pésima. No solamente estaba poco involucrado con lo que pasaba en el ring, era de lo más normal escuchar los cánticos de “bullshit” o “we want wrestling”.

Por otro lado hay que considerar cómo afectó el torneo a la salud de los competidores. En el boxeo el profesional se arriesga más por combate que en el pro-wrestling, por eso entre cada pelea hay un período, de recuperación y preparación para la siguiente lucha, de un mes generalmente. El pro-wrestling por el contrario, no está pensado para dañar de verdad pero exige (al menos en la WWF de esa época) al menos tres combates por semana. Integrar a ese calendario peleas reales dejó al menos cinco lesionados y uno de ellos (Brakkus), tuvo lesiones de tal gravedad que se terminó retirando en 1999. Afortunadamente, los directivos parecieron sentar cabeza luego del mal estado en que quedó Bradshaw tras ser noqueado en la final y por eso no se volvió a realizar nunca una competencia semejante.

El premio de Bart Gunn

Gunn había debutado en WWF en 1993  y de ahí en adelante toda su carrera la había dedicado a los tag teams Smoking Gunns y el New Midnight Express. Hasta que sin antecedentes en otras disciplinas de combate sorprendió a todos y ganó el torneo. Lo lógico con su credibilidad tan reforzada tal vez hubiese sido darle la posición que estaba planeada para Williams, lo que evidentemente no ocurrió. WWF no lo sacó del low-card y no llegó a participar en ningún PPV hasta que en Wrestlemania XV le dieron un combate: un brawl for all match contra Butterbean.

En el otro match de Butterbean mencionábamos que había un bookeo destinado a dejar bien parado a Marc Mero. Ahora por el contrario, el combate no estaba arreglado y él llegó en su rol de boxeador profesional. Comenzó el match con Butterbean atacando a toda velocidad y Bart resistiendo como podía, hasta que llegó a las cuerdas y el boxeador lo derribó. Gunn apenas logró reponerse mientras se hacía la cuenta de 10, cuando Butterbean le dio otro golpe para noquearlo definitivamente. El combate sólo duró 35 segundos.

En vez de usar a Bart al menos para darle credibilidad a algún proyecto futuro, prefirieron dejarlo a merced de un boxeador de verdad que lo humilló. Además, poco después de Wrestlemania XV la empresa despidió a Gunn. Según Bob Holly, todo fue un castigo por haber derrotado al favorito de la directiva (Williams), ya que su actitud fue contra los intereses de la compañía. No obstante, ese torneo que tantos problemas le causó en WWF benefició la imagen de Bart como un tipo duro del negocio y le abrió las puertas de Japón donde continuó su carrera (ahora como Mike Barton) tanto en AJPW como en NJPW.

Un detalle llamativo del combate de Wrestlemania XV es que el special referee fue el boxeador Vinnie Pazienza. Un boxeador que había sido por años de los más dominantes en las divisiones lightweight y la light middleweight. No tuvo relevancia a lo largo del match pero una vez que terminó y ambos competidores salieron del ring, llegó un tipo disfrazado del gallo de San Diego a bailar alrededor de él. Ante lo cual Vinnie le respondió con una derecha que lo mandó a la lona, en un buen momento humorístico.

Con el Brawl of All y su lamentable epílogo en Wrestlemania XV terminaría entonces la primera época de auge del boxeo en WWF. Pasarían más de 8 años para que nuevamente llegasen boxeadores a la gran empresa. Ese tema y otros más asociados a lo que mientras tanto pasaba fuera de WWE serán tratados en el cuarto y último artículo de esta tetralogía sobre pro-wrestling y boxeo.

Pro-wrestling y Boxeo 1: los primeros choques de estilos

Pro-wrestling y Boxeo 2: las estrellas de los primeros Wrestlemania

Pro-wrestling y boxeo 3: luces y sombras de la Attitude Era

Pro-wrestling y boxeo 4: ¿El ocaso de una relación?

El pro-wrestling es la fusión entre un deporte de contacto y artes escénicas, mientras que el boxeo no pasa de ser un deporte en el que se prohíben la mayoría de las maniobras del wrestling. No parecen tener nada que ver, pero a decir verdad, grande es la deuda del pro-wrestling con el box, especialmente en lo que se refiere a su lanzamiento a la escena mainstream. Este tema da para tanta tinta que he decidido escribir una serie de cuatro artículos, cada uno dedicado a una etapa distinta del proceso.

Cabe destacar que por mi parco conocimiento previo del mundo del box, mi colega Alex Rivers, me ha ilustrado sobre algunos de los boxeadores que mencionaré, desde ya mis más profundos agradecimientos. En este primer artículo me dedicaré a revisar las primeras interacciones de ambas disciplinas, desde sus orígenes hasta el mítico combate entre Muhammad Ali y Antonio Inoki.

Orígenes paralelos

En wrestling competitivo de Grecia carecía de reglas y el combate solamente terminaba, en cuanto uno de los contendientes se rendía al levantar su dedo.

El wrestling competitivo y el boxeo tienen la similitud de ser probablemente las dos disciplinas de combate más antiguas en la historia de la humanidad. El wrestling se venía desarrollando desde la Sumeria del 5.000 a. C. y los orígenes del boxeo son mucho más antiguos con registros del 6.000 a. C. en el valle de Nubia (Etiopía). Luego, ambos tipos de combate evolucionaron usándose en el espectáculo de diversas civilizaciones, de hecho son dos de los juegos olímpicos de la Grecia Antigua. El wrestling evolucionó a pro-wrestling con el planteamiento de los combates con guion, lo que habría comenzado con los carnavales de la Francia del siglo XIX. Paralelamente, en la Inglaterra del siglo XVIII el boxeo comenzó a abandonar su carencia de reglas (muchas veces causantes de muertes) para adquirir un cariz más deportivo.

Para inicios del siglo XX, el wrestling siguió siendo una forma de entretenimiento con un nicho reducido, con éxito fundamentalmente en EE.UU, México y Japón. Con el boxeo pasó algo muy distinto: poco a poco alcanzaba una difusión mundial en varios de los países con influencia anglosajona y estos mismos comenzaban a organizar sus propios campeonatos nacionales de box. Lo mismo genera que desde el pro-wrestling se imiten aspectos, al nivel de que se adoptó el ring elevado del boxeo en todas sus vertientes. Lo interesante es que para la gran mayoría de los fans, el pro-wrestling se entendía cómo algo real y por lo tanto parecía un deporte tan competitivo como el boxeo.

Primeros combates de estilos mixtos

No se sabe con claridad en qué momento se dieron los primeros enfrentamientos entre boxeadores y luchadores. Desde el momento en que comienza a haber registros de estos por lo general se respeta la regla de que el boxeador pueda golpear usando sus guantes, mientras que el luchador tiene toda la libertad del mundo para usar su grappling. Otra regla -al menos de antes que se implantaran estos combates en WWF-, era la de usar los clásicos rounds del boxeo. A continuación, describiré los tres primeros combates de estilos mixtos de los que existen registros.

El primer video sobre un choque de estilos se filmó para 1914 en Berlín, Alemania, curiosamente el mismo año en que se desencadenaría la Primera Guerra Mundial. Los implicados son el campeón mundial de los pesos pesados de esa época, Jack Johnson, boxeador que destacaba principalmente por su estilo defensivo e inteligencia para los contraataques (no obstante, fue más famoso por haber sido el primer campeón afroamericano de todos los tiempos, en una época en que el racismo se admitía públicamente y Johnson era tratado en los periódicos como un “simio”), mientras que el luchador al que se enfrentó fue el poco recordado danés Fred Markussen. En el video, que dura solo 30 segundos, se puede apreciar en el combate que Markussen es capaz de dominar al boxeador, aunque en el contexto es imposible identificar si lo derrota.

El segundo match del que existen registros corresponde a uno del 11 de Agosto de 1937, entre el luchador Nick Lutze y el boxeador Lupe LeMon (también conocido como Pio Pico). En este caso, es del boxeador de quien existen pocos registros, salvo el hecho de que se retiró con el poco destacable récord de 7 – 14 – 2. De Lutze, en tanto, se sabe que por esa época compartía escena en los territorios de EE.UU. con Lou Thesz, pero en una posición de mid-card. Aunque la audiencia era de 22.000 espectadores, el choque de estilos no era realmente el main event de la velada. El combate está totalmente dominado por Lutze, quien termina ganando en los primeros momentos del segundo round. Dependiendo de si estaba arreglado o no, LeMon puede haber perdido por falta de habilidad o de estatus.

El tercer combate registrado ocurrió en julio de 1940 entre Jack Dempsey y Cowboy Luttrall. Dempsey con 45 años se había retirado hace 14 del boxeo profesional, luego de perder el campeonato de los pesos pesados en un confuso final con Gene Tunney. Mientras que el luchador venía de ser hace unos pocos meses el campeón mundial del territorio de NWA en Florida, lo que confirma la importancia de este encuentro. Luttrall sería más recordado por su rol cómo promotor, ya que en 1949 fundó la Championship Wrestling from Florida (CWF), empresa en la que estuvieron varios de los nombres más importantes de la historia del pro-wrestling como Hogan, Flair y los hermanos Funk.

La historia del match inició porque en mayo de 1940 Dempsey fue el special referee en un combate y Luttrall siendo el heel lo empujó, lo que llevaría al boxeador a salir del retiro y retarlo, todo en la linea del kayfabe, claro. En el combate Dempsey le dio una paliza al luchador y lo derrotó por cuenta fuera: lo golpeó a través de las cuerdas y Luttrell no fue capaz de recuperarse para volver al ring.

Primo Carnera, un boxeador convertido en luchador

En la historia ha habido luchadores que se han volcado al boxeo como lo comenzó a hacer Sexy Star y boxeadores que se han transformado en luchadores, como es el caso de Baron Corbin. Hay un caso muy llamativo de un boxeador retirado, excampeón de los pesos pesados, que se volcó al pro-wrestling: Primo Carnera medía 2,05 mts y pesaba más de 125 kg, precisamente el tipo de físico que le interesa a la industria.

Nacido en 1906 en Italia, Primo fue descubierto muy joven por promotores de boxeo en Francia, donde trabajaba para un circo haciendo demostraciones de fuerza. Con su físico imponente y una fuerza arrasadora, triunfó por toda Europa. Luego viajó a EE.UU. y la mafia italiana le arregló casi 30 combates ante boxeadores de segunda o sobornados para perder a propósito. Cuando Carnera se dio cuenta que sus victorias no eran legítimas, se esforzó por mejorar y comenzó a mostrar una mayor técnica que le valió obtener el campeonato de los pesos pesados en 1933. Pasado un año, Primo perdió el título, bajó su rendimiento y, acosado por la diabetes, renunció al boxeo en 1938.

Para 1945 Carnera tuvo un corto regreso al box y en ese momento los promotores de pro-wrestling se fijaron en su físico. Debutó el 27 de octubre de 1947 en el territorio de Denver de la NWA y desde ese momento se convirtió en un gran reclamo de la audiencia, luego de adaptar su gran tamaño a un estilo powerhouse. Desde ese momento hasta el año de su retiro (1962) tuvo 38 combates, de los cuales ganó 26, lo que demuestra lo protegido que estaba, a pesar que su palmarés nunca pasó de dos títulos en tag team. Cómo luchador, Carnera enfrentó a luchadores legendarios cómo Buddy Rogers, Fritz Von Erich y Killer Kowalski.

La pelea del siglo: Muhammad Ali vs Antonio Inoki

Ali esquivando con sus rápidos reflejos, los puñetazos de un rival.

En los ’70s Muhammad Ali era la estrella del boxeo mundial, pero no solo porque tenía el campeonato mundial de pesos completos del Consejo Mundial del Boxeo y la Asociación Mundial de Boxeo. En primer lugar, era tan bueno que hasta ha sido considerado por algunos como el mejor boxeador de la historia: con un estilo revolucionario para la época en que bajaba la guardia provocando a los rivales, luego -con reflejos y footwork precisos y veloces- los contragolpeaba, y al final, cuando los notaba desequilibrados o dañados, entraba con todo y terminaba el combate. Pero aparte de eso, se vendía a sí mismo muy bien como el más grande, provocando eficientemente a sus rivales con sus palabras y discursos improvisados.

En 1975 Ali conoció a Ichiro Hatta, presidente de la Japan Amateur Wrestling Association y lanzó (se cree que a modo de broma) el reto abierto de que un peleador oriental lo desafiara. La idea causó expectación en Japón, y Antonio Inoki aceptó el desafío. El japonés por ese entonces promocionaba su empresa NJPW, y el purosesu en general, enfrentando a trabajadores de otras disciplinas. Enfrentar a uno de los deportistas más famosos del mundo, servía absolutamente a los intereses de Inoki.

A modo de preparación, Ali comenzó a entrenar en 1976 en varios de los territorios estadounidenses de pro-wrestling para familiarizarse con su rival. Incluso, interrumpió en un ring de WWWF luego de que en un combate Gorilla Monsoon derrotase a Mikel Scicluna. Monsoon atacó a Ali en el acto y luego del brawl nunca quedó claro si efectivamente había sido kayfabe o no. Ali también enfrentó al luchador Buddy Wolfe a quien derrotó por desición de los jueces. El boxeador no sabía por entonces que el purosesu ofrecía herramientas más letales en un combate real que el pro-wrestling estadounidense.

En cuanto se enteró de que Inoki era un oponente muy peligroso, Ali pidió que el combate estuviese arreglado a su favor, pero el japonés buscaba que fuese real. Esto desencadenó un cambio de reglas de último minuto en que se le impusieron varias restricciones a Inoki no reveladas en su momento. El japonés no podría usar derribos, pelear en el suelo con el boxeador ni patearlo, a menos que tuviese una rodilla en la lona.

Inoki condicionó su estrategia a sus restricciones y se dedicó todo el combate a patear las piernas de Ali mientras tenía la rodilla apoyada en la lona. Dado que la naturaleza del boxeo se basa en pelear de a pie, el boxeador no estaba preparado para esa estrategia y en todo el combate pudo conectarle apenas seis veces, mientras que el japonés le dio 64 patadas. Tanto fue el daño, que ambas piernas quedaron muy heridas, con coágulos de sangre y riesgo de amputación en la izquierda. De todos modos, Inoki fue incapaz de noquear a Ali y el combate se alargó a los 15 asaltos. El resultado fue un empate, ya que el japonés se vio penalizado por un golpe ilegal que le quitó los puntos que en caso contrario le hubiesen brindado la victoria.

El combate llenó los 14.470 asientos del Budokan de Japón y fue transmitido en 34 países con una audiencia estimada de 1,4 mil millones de espectadores. Pero para lo que ofrecía un duelo entre el mejor boxeador del mundo y el luchador más reconocido de Japón, el resultado fue muy decepcionante, al nivel de que la reacción del público fue pésima. A la larga Inoki fue en la práctica quien salió más beneficiado del combate. Un representante de un deporte menor para casi todo el mundo se había puesto al nivel de Muhammad Ali, por lo cual el encuentro sirvió bastante para acrecentar su fama individual, la del purosesu y la de NJPW.

Para el siguiente artículo pasaremos a la empresa del pro-wrestling más importante del mundo y nos detendremos a ver en qué medida el boxeo ayudó a la expansión mundial de WWE.

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