De ahora en más el “En tres miradas” pasará a ser una sección de la página, pensada principalmente para las previas antes de un determinado evento ya sea de WWE u otra empresa. Por su puesto, puede que se use para recordar otros matches en cualquier momento.
Este domingo 15 de julio se llevará a cabo un nuevo Extreme Rules, evento que el año 2012 tuvo, por lejos, su mejor edición. Y ahí supo destacar la lucha ente Daniel Bryan y Sheamus: un clásico instantáneo.
Por Carlos Matamoros.
La popularidad de Daniel Bryan estaba empezando a llegar a un punto bastante álgido. La suma discordia encontrada en sus primeros meses como portador del maletín del Money in the Bank, en donde el interés por este wrestler era muy suprimido, llegando a perder una rivalidad con un Wade Barrett que aún no lograba despegar del todo, hacían creer que quizás no era tan buena idea haberle dado tal logro. Sin embargo, la historia empieza a cambiar con el pasar del tiempo, cuando decide interrumpir aquella acalorada historia que involucraba a Mark Henry, un gran monster heel, y al Big Show, quien venía siendo el más aclamado a.k.a. top face de la marca azul. El ser el pequeño en esta historia, le vale para su nueva personalidad. Sería ahora alguien oportunista, que vería la mejor vía libre para poder mantener el cetro que alcanzó luego de destronar al Big Show. En esto, jugaría un papel trascendental la guapa AJ Lee, quien empezó a acompañarlo a todo lugar.
Sheamus por su parte, venía de sorprender a todos al hacerse de la victoria en un Royal Rumble que para todos tenía nombre y apellido: Chris Jericho. Y se debe decir las cosas como son: Sorpresa agridulce. Por un lado, se aplaudía el hecho que un babyface, recientemente renovado en este caso, se haga con la victoria más impredecible del último año, pero a su vez, uno llega a creer que la persona elegida no había sido la correcta. En fin, todo esto pasó a segundo plano, pues la historia ya estaba por contarse. En Wrestlemania, Sheamus lucharía contra Bryan por su World Heavyweight Championship, y en tan solo 18 segundos le iba a arrebatar aquel cinturón que con tanto ahínco había defendido, sea de manera justa o no. AJ Lee, quien había sido pieza clave en el reinado de Bryan, esta vez se convertía en su punto débil.
Dicho esto, llegamos a Extreme Rules, donde la estipulación escogida para la revancha por el título era un 2-out-of-3 Falls Macth. Aquel luchador que logre dos caídas entre tres, era aquel que iba a llevarse el campeonato. Para esto, Bryan llega solo al ring, sin AJ Lee. El público está metido con él y con sus cantos de “YES! YES! YES!”. A pesar de ser el rudo, goza de gran apoyo por parte de la gente de Chicago. Sheamus, como era de esperarse, llega con una reacción mixta. Ahora, hablando netamente del combate, debo decir que si muchos nos quedamos con las ganas de ver algo bueno en Wrestlemania y no aquella burla de 18 segundos, esta vez superaron muchas expectativas, pues la lucha es… mmm… prometí no decirlo, pero sí… es maravillosa.
Las tres caídas se me hicieron cortas. Fácilmente puedo ver algo así durante mucho tiempo. Cuando se cuenta una buena historia en el ring, tomando en cuenta factores luchísticos, físicos e históricos, te das cuenta que no es necesario abusar del exceso de tiempo o del big move para demostrar algo tremendamente coherente. D-Bry y Sheamus lograron plasmar la idea principal: Uno es más fuerte, pero el otro es más rápido e inteligente. El inicio de la lucha muestra lo primero, un Sheamus fuerte y potente capaz de imponerse a Bryan en fuerza física, pero a su vez, advirtiendo también a Bryan con aquella Brogue Kick, en un contexto de decir: “No te descuides, yo puedo ser tan rápido como tú”. Sin embargo, es esa rapidez mental y técnica de Bryan lo que le permite contrarrestar y contraatacar al Guerrero Celta. Bryan en un punto sabe que muy probablemente no pueda de fuerza a fuerza, y que posiblemente, no pueda hacerle una cuenta o llevarlo a la rendición sin haberlo lastimado mucho primero, razón por la que decide sacrificar “una de sus dos vidas” para lograr aquello. Luego de una serie de patadas que dejó prácticamente K.O. a Sheamus, es descalificado. Solo para que en la siguiente caída, y con mucha alevosía, conecte unas fuertes patadas a un Sheamus que se encontraba apoyado en el esquinero. La YES! Lock haría acto de presencia, y después de casi un par de minutos, logra dejar dormido al aguerrido irlandés, dejando la serie empatada. La última caída sería muy dramática, con un Sheamus que logra contraatacar con su Brogue Kick a un Bryan que, esta vez, no se iba a dejar vencer tan fácil. El combate se vuelve más pausado por el cansancio, pero con toques muy stiff, con golpes fuertes de lado y lado. El punto de quiebre sería aquel Diving Headbutt de Daniel que no iba a lograr impactar al irlandés, lo que sería aprovechado por Sheamus que conectaría un Irish Curse y una segunda Brogue Kick, para llevarse una importantísima victoria.
Intenso, coherente, dramático y entretenido. Cuatro palabras que definen a la perfección este duelo que gozó de un público muy involucrado en cada fase.
Valoración: 5 jumbitos.
Por Cristóbal Meléndez Martin (Shut).
La historia entre Daniel Bryan y Sheamus es bastante tragicómica. Se iban a enfrentar en WM 27 por el título de los Estados Unidos, pero la empresa los manda al kickoff para terminar todo de forma abrupta en cuatro minutos. Luego sería el turno de la edición siguiente del máximo evento con esos infames 18 segundos. Parecía que el destino no quería que viviéramos un real enfrentamiento entre ambos… menos mal esto se revirtió.
Tenían ganas de combatir, se notó, porque dejaron un match soberbio. Desde el inicio queda claro que acá iba a ver una historia potente, con ese amago -y susto para aquellos que vimos esto en vivo- de Sheamus buscando hacer la Brogue Kick al inicio. Y es que el irlandés empieza la lucha de esa forma, muy confiado, teniendo en su fuerza su gran aliado. Incluso se da el lujo de aplicar una llave, algo muy alejado de su arsenal en ese momento. Ese punto me parece clave, ya que Bryan se cabrea.
“¿Vas a entrar en mi terreno? Pues bien, entremos”, dice Bryan. De ahí en más todo es inteligencia por parte del retador, quien somete al campeón en llaves, ataques y trabajo a uno de sus brazos. Pierde la primera caída por descalificación porque sabe que puede ganar mucho más de cara al desenlace.
No obstante el “guerrero celta” es un tipo bravo y en todo su trayectoria en la empresa (match incluido) demostró que no era fácil ganarle, más aún con título en mano. Y lo llamativo que a falta de fuerza, también en bienvenida la inteligencia como cuando saca su finisher de la nada tras perder la segunda caída.
Ese inicio de tercer acto es brutal y se va desarrollando bien hasta que finalmente el campeón logra sacar algo de ventaja y así ganar. Si hubieran alargado un poco más ese desenlace creo que estaríamos ante un match perfecto, me huele a muy “repentino” su triunfo tras la ventaja de Bryan. Aunque también se justifica desde ese segundo aire que logra el irlandés tras conectar su primera Brogue Kick. Fuera de ese detalle menor, estamos en presencia de un muy buen choque.
Acá hay historia, coherencia y drama, todo en una ejecución que resulta de maravillas. Sheamus es un gran wrestler muy poco valorado y Bryan es uno de los mejores de todos los tiempos. Química pura, no por algo Daniel habla tan bien de este encuentro y de su rival.
Valoración: 4 jumbitos 3/4+
Por Ignacio Salvo (Nacho Meñique).
Aún recuerdo que ese amigo que no veía nada de pro-wrestling sabía del Wrestlemania en que el campeón mundial perdió en 18 segundos. Se dice que los bookers querían poner over a Sheamus y la Brogue Kick. Pero lejos de eso, lo que lograron es que la gente comenzara a percibir al irlandés como alguien sobrevalorado, no tan bueno en el ring como para ser el topface de Smackdown. Muy al contrario de lo que pasó con Bryan y la simpatía que le comenzó a tener la gente por este hecho. Por esto y por sobre todo, este match sirve para cerrarle la boca a quienes no valoran el tremendo in-ring de Sheamus.
La estipulación two out of three falls a veces es muy mal utilizada. Como cuando una caída termina con un move que normalmente no sería decisivo o aquellos encuentros en que los primeros pins se definen muy rápido. Acá en cambio, todo funciona a la perfección con la estipulación. Las caídas llegan cuando el combate se acerca a la fase final, con un desgaste en ambos que las justifican. Además, hay momentos que solo podrían haber funcionado con esta estipulación, como la descalificación de Bryan que no fuerza el fin del match o el hecho de que si Daniel no hubiese cometido ese error, podría haber ganado el duelo.
Esto es un match en que las acciones tienen significado, no solo por la lógica de querer ganar, sino que además por las personalidades que se van manifestando. Por ejemplo, Daniel se dedica al limbwork al brazo lo que le da muy buenos resultados. Pero su rabia se mezcla con el interés en ganar y llega al punto de hacer que lo descalifiquen de tanto golpear a Sheamus contra las cuerdas. El irlandés por su parte, comienza muy confiado dada la victoria en Wrestlemania y es puras sonrisas al principio. Estas se van desmoronando, cuanto más patente se hace la superioridad de Bryan. Ahí Sheamus aprovecha de desplegar su gran selling.
Esto es un combate genial por donde se le mire, merecedor de la calificación máxima. Y si debo quedarme con una escena en particular, es la apertura. Ese momento en que el irlandés aprovecha un descuido de Daniel para tratar de encajar la Brogue Kick y Bryan se esconde al fondo de una esquina. Quizás fue una forma de decirle a los fans “no se asusten, que esta vez no vamos a decepcionarlos”.
Valoración: 5 jumbitos.