Mencionamos en la primera parte (leer acá) a Roman Reigns y Becky Lynch como dos excepciones a la regla. Dos estrellas creadas por WWE y capaces de generar reacciones a un nivel superior al resto de su división. Sin embargo, esto no implica que su creación no tuviera tropiezos, muy al contrario. Y tampoco vamos a decir que WWE los ha manejado de forma excelente, han cometido numerosos errores con ellos. Si han sobrevivido, ha sido por los múltiples factores que los llevaron a la cima, y que aquí analizaremos, los cuales les han brindado un colchón donde caer y volver a su sitio (o casi). Con esto, no queremos dejar fuera los méritos individuales de ambos wrestlers, los cuáles también veremos.
Sin embargo, sería contraproducente comenzar a analizar de inmediato a Becky y a Roman. Para contrastar, sobre todo en los errores que se cometieron con ellos dos, comenzaremos con Stone Cold. Austin es quizás la estrella más grande creada en WWE y nos servirá para establecer cada punto que debe poseer una verdadera estrella.
Transmitir emociones en el ring y en el micrófono
Austin dejó tal vez el mejor combate en la historia de la compañía frente a Bret Hart en WrestleMania XIII. No solo fue la génesis de una estrella, fue un storytelling casi irrepetible: Un doble turn. Quien entró al ring entre ovaciones salió abucheado y viceversa. El combate empieza en un ritmo intenso y no hace más que escalar hacia un punto de no retorno. Hay un orden claro en su desarrollo y el selling no solo es preciso, también es significativo hacia el final del encuentro. Este relato en el ring logró calar profundo para presentar a Austin como una fuerza gravitante en WWE. Stone Cold se transformó en un storyteller más que competente a ojos del público, era un fenómeno irrepetible.
En términos de promos, casi no es necesario detallar la legendaria promo de 3:16, si eres fan del wrestling es imposible no conocerla. Sin embargo, entraremos a mencionar algo que pocas veces se dice. No solo fue su interpretación, la cual transmitió toda la rebeldía y frialdad del personaje a la audiencia de forma efectiva. Dejó ver rasgos distintivos de su gimmick, Austin era un rebelde que no se doblegaba ante nadie y no tenía respeto por nadie que no fuera él. Más tarde este último rasgo sería llevado al extremo en su rivalidad con Vince McMahon.
Configuración del personaje y significado
Todo en Stone Cold es un gesto que transmite emociones al público. El solo escuchar que se rompe el cristal, en el inicio de su tema de entrada, es una anticipación a la naturaleza de su gimmick: Aquí algo se va a romper, alguien quedará en el piso, la comodidad se ha roto inevitablemente. Su vestimenta, el hecho de que maneje maquinaria pesada como un obrero, su voz rasposa, su desdén por su propio jefe y la celebración con cerveza en mano.
Todos son rasgos que ayudan a conectar con la audiencia y con la realidad de quienes están ahí. Después de todo, ¿quién no ha sentido que su propio jefe ha sido un tipo abusivo y que merece ser puesto en su lugar? Guardando las proporciones, Austin cumplía aquella fantasía, de forma exagerada y espectacular, para todos los que no podían vivirlo. El descontento del tipo de clase media a quienes todos le dijeron que no llegaría a la cima, pero que igualmente lo logró, había sido encarnado por una superestrella de WWE.
De esta forma hemos visto como Austin cumplía exactamente con todos los factores: capaz de dejar combates con una narración que conecte con la audiencia, capaz de transmitir emociones en el micrófono, capaz de significar algo trascendente para el público y poseer rasgos distintivos que configuren una identidad irrepetible.
El Jefe Tribal: Nacido en medio de un booking deficiente
No es un secreto que Roman Reigns tuvo grandes dificultades para tener el lugar que tiene hoy por hoy como un heel dominante. En un inicio fue bookeado como un obvio reemplazo a John Cena, en una época en que el “CenaWinsLOL” era un meme y hashtag. La construcción necesaria para un ace con varias victorias consecutivas, comenzó a generar rechazo en el público. La eliminación del querido Daniel Bryan en aquel Royal Rumble 2015, causó sonoros abucheos, incluso con The Rock del lado de Reigns en el final del combate.
De ahí en adelante, la empresa falló en lo primero y fundamental para configurar una personalidad irrepetible: Reigns carecía de rasgos distintivos. Su tema de entrada y vestimenta eran prácticamente los mismos que usaba en The Shield. Quizás en WWE pensaron que serviría algo que recordara al popular stable, pero claramente no estaba funcionando. Posteriormente siguieron fallando en configurar una personalidad que saliera de los clichés de un ace. Lo mandaban a contar chistes, guiñar el ojo a la cámara o a hacer promos largas donde claramente no se le veía cómodo. Cada decisión de convertirlo en un ace de corte familiar y cercano a los niños, contrastaba con su apariencia de tipo rudo e imponente, y contrastaba también con su creíble ofensiva en el ring.
La IWC y la negación de las virtudes
Sin embargo, Reigns cumplía en un apartado que la IWC probablemente nunca reconocerán del todo: el nivel in-ring. Pese al mito de que hacer más movimientos te hará mejor luchador, desde 2015 Roman mostró grandes mejorías como storyteller. Su combate en Fastlane con Daniel Bryan y en WrestleMania 31 con Lesnar, dejaron ver que sabía utilizar su ofensiva para construir contiendas llenas de emociones. Daba igual que fuera abucheado al inicio o final de las luchas, durante el combate la gente se terminaba involucrando igual. Y Reigns destacaba por un buen selling, y detalles como unas de las mejores formas de jugar con las emociones con el kickout en la última fracción de segundo. Su timing y ejecución estaban en buen nivel también. Pero WWE simplemente no supo capitalizar de forma correcta esta increíblemente rápida adaptación al formato de big match.
Becky Lynch: El saco de boxeo de su división femenina de WWE
Pese a que tuvo una competente trayectoria en el circuito indie como Rebecca Knox, Becky nunca fue una figura por la que WWE apostara. En NXT tuvo un ridículo gimmick inicial de bailarina. Y posteriormente, se dejó ver la clara intención de haberla contratado como una luchadora experimentada que ayudara al resto de sus compañeras por las que WWE sí iba a apostar. En la llamada “Divas Revolution” (que luego se llamaría “Revolución femenina”) de 2015, las más protegidas en términos de victorias fueron Sasha Banks y Charlotte Flair. En el caso de la rubia, estaba claro que sería impulsada como la ace de la división.
Becky no solo tenía derrotas bastante seguido, apenas tenía espacio para el micrófono. Todo lo que podía decir eran chistes o frases genéricas que podría decir cualquier otra. No había intención de darle una personalidad única. WWE parecía ciega ante el hecho de que a pesar de todo ese bookeo inconsistente, Becky tuvo reacciones iguales a las de Sasha en la triple amenaza de WrestleMania 32. Aun así, The Lasskicker se comía derrotas y palizas casi cada semana.
Irrelevante incluso como campeona en WWE
Incluso cuando vuelve la división de marcas y gana el título de SmackDown, todo fue simplemente una forma de impulsar a Alexa Bliss como una heel en ascenso. Y no solo perdió rápido su título frente a Bliss, no pudo ganar un solo brawl, no pudo tener una vez la última palabra en una promo. Y además venía de que tres luchadoras hicieron su turn heel atacándola a ella: Charlotte, Natalya y Paige. Incluso Paige la llama en una promo “La más irrelevante de todas”, sin derecho a réplica. Era tan malo el bookeo que sin querer la vendían como un problema.
En el ring, no hay mucho que decir para quién tenga ojo de ver a una buena storyteller y buena luchadora. A ras de lona y en el llaveo, Becky es más que competente, al punto de que luchadoras muy preparadas como Asuka no tienen que bajar el ritmo y velocidad con la irlandesa. Tiene la capacidad de adaptarse a distintos estilos, estipulaciones y rivales con distinto nivel de experiencia. Rinde bien en spots, secuencias técnicas, brawls y combates grupales. No abusa de spots de fuerza teniendo la capacidad física de hacerlo. Entiende perfectamente que es más importante el momento de usar un movimiento que la cantidad y espectacularidad de estos. Desde su época en NXT dejó buenos combate, como aquel encuentro frente a Sasha Banks en NXT Unstopplable (el post match era prueba irrefutable de que Becky conectaba con la audiencia).
Pese a que WWE la dejó siempre en segundo o tercer plano, el público siempre estuvo con ella. WWE parecía ciega a su capacidad de estelarizar carteleras, carisma (cualquier otra con esas derrotas y bookeo habría sido ignorada totalmente), capacidad de involucrar al público y potencial. Todo parecía oscuro para Rebecca hasta que llegó el momento de su heel turn ante Charlotte. El camino parecía claro, pero WWE seguiría equivocándose, tanto con ella como con Roman Reigns.
La infinita capacidad de WWE para el error
Roman Reigns no lograba despegar como face querido hasta aquel momento en que apaliza a Triple H luego del combate con Sheamus. El público enloqueció al ver a Reigns atacando sin mostrar piedad. Había vuelto a sus raíces como el destructor de The Shield, pero en solitario. Era posible que Reigns tuviese un rumbo con el público a sus espaldas. La actitud ruda le quedaba perfecto. Sin embargo, le dieron el rol de heel a Triple H y nuevamente a Reigns de babyface. Luego de ser atacado posteriormente por Triple H en venganza, decide contenerse como un buen niño. WWE dio marcha atrás teniendo evidencia de lo que funcionaba y lo que no.
De la misma forma, cuando Becky Lynch hizo el turn sobre Charlotte, lo que conectó con la audiencia fue la nueva actitud de Becky, alguien que se hacía respetar y dispuesta a quitarle el lugar a The Queen. Sin embargo, WWE no era capaz de ver más allá y no quiso darle una personalidad tweener más cercana a lo que exigía la situación. Veían todo en blanco y negro, así que si no era face, tenía que ser heel. Y las semanas posterior al turn la mandaron a insultar al público en promos, pero la gente no quería abuchearla y era ovacionada. WWE llegó al extremo de mandarla a burlarse de la lesión que retiró a Edge. Pero el público lo volvió a dejar claro: Querían aplaudirla. La imagen de una Becky ensangrentada y desafiante, previo a Survivor Series 2018 terminó de confirmar el hecho: Algo irrepetible había nacido.
Construyendo algo irrepetible pese a todo
La rivalidad entre Becky y Charlotte fue lo que consolidó a la irlandesa bajo su nueva personalidad: The Man. El padre de Charlotte es Ric Flair, el autoproclamado “The Man”, que vendría a significar ser el más importante del negocio. La frase que hizo famosa Ric fue “para ser The Man, tienes que vencer a The Man”. Entonces Becky se apropió de forma burlona del apodo para molestar a Charlotte y decirle de frente que venía a robar su legado familiar.
Y no solo eso, la fanfarronería de esta nueva personalidad iría más allá. The Man era paradójicamente una mujer, así que también funcionaba como un ninguneo a toda la división masculina. Algo que se reflejó en el “You can´t see me” a Cena, la promo junto a The Rock burlándose de Corbin o la Stunner a Austin. La Becky que se comía derrotas semanalmente y rara vez ganaba un brawl, había renacido como una figura imponente y diferente. El apodo se quedó luego de la rivalidad y la ayudó a marca una distancia del resto de la división.
La conexión del público femenino con esta nueva faceta de Becky parecía decir que había un nicho no explotado por WWE. Mientras se seguía emitiendo Total Bellas, The Man había surgido. Y mujeres que no se identificaban con las Bella y los personajes propios de la Era de Divas sí conectaban con Becky. La irlandesa había pasado a representar algo trascendente para la audiencia. En el micrófono se le comenzó a ver más cómoda y versátil. Fue una antagonista necesaria para catapultar a Liv Morgan como una retadora creíble. Y terminó de ayudar en la consolidación de Bianca Belair en su redención. Y pese a que WWE no ha sido capaz de utilizarla para crear más momento memorables, todavía conserva algo de un aura única que la diferencie del resto.
Niveles de profundidad
Roman y Becky tienen una verosimilitud única como personajes. Algo que debería ser rasgo de la gran mayoría, pero no lo es. Esto va más allá de tener un gimmick, parecen existir fuera de la pantalla porque tienen relaciones interpersonales únicas. Roman tienen una relación familiar tóxica y demandante con sus primos, sustentada a la vez en el discurso del linaje familiar. Y Becky tiene una relación complicada de rivalidad con Charlotte, donde a veces una elige a la otra como su reemplazo pese a la rivalidad (Survivor Series 2018). Y en el último año mostró un matiz interesante con su admiración/resentimiento hacia Lita. Ambos se relacionan de una forma que sale un poco del cliché del clásico bookeo de WWE.
Esto enriquece los personajes. No solo poseen rasgos distintivos, son competentes en el ring y en el micrófono; también parecen tener relaciones sociales únicas. WWE rara vez construye esto, ni siquiera en las divisiones tag team donde sería importantísimo. La mayoría son producto del azar.
La redención
Por su parte, Roman Reigns está indiscutiblemente en su mejor posición en toda su carrera. Se le ve cómodo en las promos y sólido en sus combates. Su ofensiva altamente creíble queda mejor encuadrada en el rol de heel. Y su presencia tiene un aura especial debido al cuidado con el que manejan su storyline. Pese a que estos último no está libre de errores, sí supone una mejoría respecto a forzarlo por años a entrar en un molde que no estaba hecho para él.
De esta forma hemos visto, como estas dos estrellas creadas por WWE lograron llegar a la cima pese a los múltiples errores que cometió la empresa con ellos. Algunos errores siguen su curso en torno a ellos: Pusieron a Becky a hacer pareja con su esposo en la vida real, Seth Rollins, y la reacción no fue buena. O también está el asunto de que sigue teniendo el mismo tema de entrada que en sus inicios, el cual no parece tener mayor relación con los cambios que ha vivido. Por su parte, WWE parece empeñada en mover la historia de Roman Reigns en torno a los personajes secundarios de sus storylines más que por las que toma él mismo.
Panorama nada alentador en WWE
La pregunta que queda es si WWE será capaz de crear más estrellas que agrupen todos esos factores. Alguien podrá hablar de Charlotte, quien sin discusión es una figura muy importante y una buena wrestler. Pero su gimmick desde su primer heel turn en el main roster, bebía mucho del de su padre, desde el tono, texto en las promos, taunts, llave de rendición, vestuario, tema de entrada y parte de su arsenal. Hablamos de crear algo irrepetible y WWE parece haber olvidado cómo crearlo, y cuando ha ocurrido parece algo accidental que surge dentro de lo cíclico casi como un milagro. Y lo que es más preocupante, no solo no saben verlo y manejarlo correctamente, muchas veces parecen incluso empeñados en destruirlo.
El éxito y el posicionamiento a nivel global de WWE, parece un arma de doble filo. Por un lado, las millonarias ganancias cada año son mayores. Pueden darse el lujo de crear marcas de desarrollo que limiten la competencia en otros territorios y tener poca calidad creativa mientras siguen creciendo. Sin embargo, no es de extrañar que los ratings sigan bajando, el descontento de los fans siga al alza y la imagen que transmiten sea la de un producto desechable y vacío, que depende de sus pocas estrellas consolidadas, leyendas y celebridades para generar algo de sensación de novedad.
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