Fun wrestling: La cosificación de la lucha libre femenina

Hola, mi nombre es Roma Faliani. Si deambulas lo suficiente en el humilde foro de Twitter, o eres un lector habitual de tanto TurnHeel Wrestling como Monthly Puroresu quizás te hayas encontrado mi nombre esparcido en el multiverso de los medios de wrestling modernos. Si no lo hiciste, y esta es tu primera vez leyendo algo de mi autoría, te doy la bienvenida y espero que te agrade mi siguiente artículo lo suficiente como para que pueda seguir escribiendolos. Espero caerte bien, y si no, estaremos de acuerdo en estar en desacuerdo.

Te doy la bienvenida, humilde lector, a “Fun Wrestling”. ¿Pero que es “Fun Wrestling” exactamente?

“Fun Wrestling” es un proyecto único para Dos Dos Solo Dos donde a través de artículos escritos con emoción desmedida y un léxico un poco más complejo que lo habitual busco hablar de la lucha libre desde una perspectiva que pocas personas se han tomado el tiempo de analizar. El objetivo de “Fun Wrestling” en sí es exponer (a veces de una manera cruda y sin pelos en la lengua) el estado de la industria actualmente y las cosas que podemos hacer para mejorarla o evitar que se pudra aún más. “Fun Wrestling” no busca defender un lado, ni entrar en guerras tribalistas sin sentido, sino ofrecer una nueva idea de lo que supuestamente tiene valor en el análisis de la lucha libre como arte. El objetivo de “Fun Wrestling” será que toda persona que lea alguno de estos artículos pueda aprender algo nuevo, y que no caiga en retóricas de redes sociales.

El día de hoy en “Fun Wrestling” hablaremos de: La cosificación de la lucha libre femenina.

Pensé mucho en escribir esto o no. No porque no quiera hacerlo: Las ganas las tenía, pero sentía que no iba a servir de nada. Cuando escribo algo busco que ese algo tenga algún tipo de funcionalidad. No es algo exclusivamente asociado al valor o al alcance, sino a que quizás pueda cambiar la perspectiva de alguien acerca de algo. En sí, la creación de contenido implica la creación de ideas o la propagación de estas, y aun si mis épocas como creadora de contenido ya están lejos, escribir sobre lucha libre también trae eso.

El problema con esto es que lo que vengo a exponer hoy ya se ha expuesto incontables veces, e incontables veces el resultado ha sido…exactamente el mismo: Nada. No se si atribuirlo a que gran parte de la fanaticada ya está domesticada y programada para pensar así, o a que no hay un interés real por parar con esto. No es sorpresa que gran parte de los fanáticos de la lucha libre todavía consideran la lucha libre femenina como “la hora de ir al baño”, ni que sigan teniendo comportamientos extremadamente sexistas con luchadoras o personalidades del negocio. En el último tiempo se ha vuelto rutina un reclamo que en realidad viene desde hace décadas, y es el de la “cosificación” de las luchadoras por encima de su talento. Pero para arrancar a hablar de esto en profundidad, creo que es necesario que sepamos que significa “cosificación”.

La “cosificación” es el nombre que se le ha atribuido a la idea de tratar a personas o a individuos como cosas. Y no hablo de adjetivos, sino de literalmente cosas. Generalmente, la cosificación se vuelve más relevante cuando se habla de las mujeres, porque gran parte de la sociedad las ve como eso, cosas. Ver algo como una cosa significa que se lo reduce exclusivamente a eso. Viene de muchas maneras, pero al día de hoy la cosificación sexual es lo único que nos importa porque es la única manera de entender realmente el daño que se le hace a la percepción del wrestling femenino. El wrestling está arraigado a los consumos de la sociedad, por eso los reclamos que se hacen en el wrestling se hacen en la sociedad moderna. 

La storyline de Kofi Kingston es un espejo de la historia de Daniel Bryan, pero también es una crítica contundente a la misma empresa por el pasado que ha tenido en cuanto al trato de sus luchadores negros, que irónicamente tuvo un final agrio por lo mismo que criticaba. La storyline de Stone Cold Steve Austin y Vince McMahon es un reflejo de la sociedad de la época, con el corporativismo a flor de piel y la contracultura noventera latente. La storyline de Candice LeRae, Chris Hero y Human Tornado es una rivalidad que expone la violencia de género (para los estándares de 2008) y logra contar su historia de la manera adecuada, sin necesidad de caer en el típico cliche de un romance genérico. Pero en la lucha libre uno de estos reclamos que todavía no se ha explorado en una storyline es de parte de las fanáticas del wrestling o de personalidades que se dan cuenta de lo desagradable que suena resaltar las características físicas de una luchadora. Independientemente de que esta luchadora así lo quiera o no.

Durante los últimos años la figura más prominente de la lucha libre femenina ha sido Rhea Ripley, y de hecho, ha sido la única que ha logrado trascender la barrera del mainstream como tal, incluso más que Roman Reigns. Rhea es una luchadora increíble, ha sido campeona en NXT, RAW, Smackdown y ahora según el nombre del título, es Campeona Mundial Femenina. Su entrada es increíble, su presencia es innegable, su talento es indiscutible, y lo que más destaco es su capacidad para venderse. Si ya de por si Ripley es una luchadora muy buena, lo que la separa del resto es la capacidad que tiene para darse a conocer y robarse el show. En el Judgement Day, Rhea es una estrella y si me lo permiten decir así es la verdadera líder del grupo. El carisma que tiene la hace brillar en pantalla, y es una figura primordial en la WWE moderna la cual se está construyendo con parte de su trabajo en pantalla. Aun con todo lo que escribí de Rhea, dedicado pura y llanamente a destacar todas las cosas que hacen a Ripley especial en el ring y fuera de este, me encuentro con la situacion de que el fanático promedio lo único que destaca de Rhea es sus segmentos con Dominik, y todo lo que rodea a este concepto del cual vamos a hablar el dia de hoy: “Mami”. 

Antes de dar mi opinión acerca de lo que pienso que es “Mami”, me gustaría que repasemos todo lo que acabo de decir de Rhea y me gustaría analizarlo punto por punto para entender por qué lo único que analiza el fanatico promedio en pleno 2024 sigue siendo el físico de una luchadora. La realidad es que se porque pasa eso, y se relaciona a lo que presente al principio: ¿Saben cual es el problema de “Mami” para Rhea Ripley? Que aún con Ripley queriendo entrar al zeitgeist de otras audiencias no relacionadas a la lucha libre, y de cierta manera jugando con las reglas del juego a su favor, no escapa de la cosificación constante de gran parte de su audiencia. 

Porque el fanático de wrestling promedio no entiende que considerar a alguien atractivo/a y que este alguien se venda como tal no es una puerta a que estés todo el tiempo señalando sus atributos y expresando tus deseos sexuales con dicho alguien.

Las cuentas de Twitter que comparten clips de Rhea en cámara lenta o capturas de pantallas de momentos específicos de luchas que consiguen miles de likes y RTs son parte del problema más no la raíz, que viene implantada en la lucha libre desde hace décadas. Como tenemos la cosificación que se le hace a Rhea, tenemos también la cosificación que se le hace a Bayley, Nikkita Lyons y Skye Blue, luchadoras que independientemente de la calidad de lo que hagan siempre se van a ver reducidas a una cosa. Es un fenómeno en paralelo con la cosificación de la lucha libre femenina radicada en Japón. Ya saben, la que es considerada un “fetiche”. 

Lo divertido y contradictorio es que los que hablan de que la lucha libre japonesa es un fetiche son los mismos que están horas y horas hablando de cuánto quieren que Rhea los pise. Enfermos hay en todos lados, pero cuando se habla de porque la lucha libre femenina no puede progresar y ser algo más que “la hora del baño” se tiene que tomar en cuenta la perspectiva del fanático hacia dicha lucha libre, y la importancia real que tiene en la industria.

Durante años he escuchado el concepto de “Revolución Femenina” de una empresa que durante 30 años se encargó de implantar este virus y esta plaga que condiciona a los fanáticos de lucha libre a pensar en las luchadoras como cosas o productos que satisfacen sus necesidades o con los cuales pueden proyectar fantasías pútridas. Desde la época de Fabulous Moolah armando círculos de trata hasta las humillaciones que recibía Trish Stratus en televisión nacional (y ni hablar de los casos que se encontraban tras bambalinas como aquel de Ashley Massaro). La WWE vendió este concepto y la gente compró, porque tener una audiencia fiel significa que harán todo lo que dirás y todo lo que muestres. 

El fanático promedio no solamente cosifica a las luchadoras femeninas porque quiere, si no porque ha sido domesticado de esa manera no solamente por lo que ha consumido en cuanto a lucha libre si no por lo que ha consumido en toda su vida. Hablamos de música, películas, libros, y un largo etcétera

En la industria moderna el wrestling femenino sigue batallando contra esto, porque es más factible hablar del trasero de Skye Blue que del desarrollo que tuvo como luchadora. Y hablando del desarrollo de las luchadoras, ¿por qué no hablamos de las contrataciones de NXT en el último tiempo? ¿Cuál ha sido la reacción del fanático? Acaso ha escapado de esta percepción, ¿o se ha encadenado a hacer chistes de mierda comparado a Shawn Michaels con un pagafantas? La respuesta NO los va a sorprender.

https://twitter.com/DGen_george/status/1757788977967387096

Para ejemplos de luchadoras como Ripley puede existir Tam Nakano. Tam se vende a sí misma como una chica mágica porque comprende que la manera de generar dinero con estos enfermos es esa, pero justo como Rhea esta última no tiene problema alguno en incluir tintes relacionados a otro tipo de público en sus storylines y sus diálogos. 

En la misma STARDOM una luchadora que está rompiendo estereotipos de todo tipo es Utami Hayashishita, que con sus looks extravagantes y sus historias queer-coded mantienen a las fanáticas atentas a cada movimiento.

Ripley, para sorpresa de muchos, no están presentándose como “Mami” para llamar la atención del fanático de wrestling, si no para expander su burbuja más allá y atraer otro público interesadísimo en estos tintes queer-coded.

Pedir que no se cosifiquen a las luchadoras no es igual a que no tengan que ser bonitas o ser presentadas como tal, sino que los fanáticos no las traten como cosas justificándose por lo que ven en pantalla. O que, ¿piensan que no veo cómo hablan de ciertas luchadoras y como dicen “Ah pero si ella se presenta así entonces yo tengo derecho a blablabla” cuándo les preguntan porque escribieron el comentario más sexista imaginable? 

Una de las luchadoras que más entendió esto último fue Mina Shirakawa, que contrario a muchas personas que le tiran mucha mierda a una era del wrestling femenino que fue como fue por culpa de la gerencia, se encarga de tomar la bandera de la belleza como devoción e incluirla en su trabajo. El personaje de Saki-sama en Tokyo Joshi Pro Wrestling tambien llegó a un peak estético por priorizar la belleza como herramienta para contar historias, por ende se siente incorrecto decir que las mujeres no pueden ser “sexys” en su presentación, porque hasta los luchadores se han dado cuenta de los beneficios que esto trae a su imagen.

Durante los años 2000, una de las empresas más conocidas de Japón fue Dragon Gate, y su roster estaba compuesto de luchadores que tranquilamente podrían ser idols y atrapaban al público femenino al instante. Sus shows comenzaban con rutinas musicales y varios de sus grandes stables se volvieron símbolo de la empresa por sus figuras prominentes. En la época moderna, varias empresas han tomado la decisión de empujar caras bonitas como Yuki Ueno en DDT, Kaito Kiyomiya en NOAH y Shota Umino en New Japan. El debut de Kaisei Takechi en la misma DDT es una prueba de que el futuro del Puroresu se encuentra en el mundo idol, porque lo único que llama la atención del público femenino (además de la lucha libre femenina) es lo que no consiguen en la lucha libre actual.

Esto lo señalo también porque la respuesta que he visto a exponer la problemática de la cosificación del wrestling femenino es comparar lo que pasa con los luchadores, pero la diferencia abismal entre una situación y otra es que un hombre puede decir la cosa más asquerosa sobre una luchadora, pero no se atreve a decir que Finn Bálor es bonito porque tiene miedo de parecer “gay”. Hemos normalizado tanto la cosificacion hacia las mujeres en todo ambito que la única perspectiva que puede tener el fanático promedio hacia el wrestling femenino es todo lo que expuse arriba, y el único juicio de valor que puede formar hacia una luchadora es si quiere tener relaciones sexuales con ella o no. Por eso, cuando una mujer es cosificada hasta el hartazgo están todos callados, pero cuando una mujer se sexualiza para su propio beneficio, la tiran para abajo.

Al final del día, es como dice Martina Sampietro en “Chicas Para El Fin del Mundo”: Las luchadoras quieren hacer lo que quieran, pero no quieren que las toques, ni les digas cosas lindas. Si no pueden razonar algo tan simple, deberías salir a tocar un poco de pasto.

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El primer artículo de Fun Wrestling: Ratings, récords y el juicio de valor

Fun wrestling: Ratings, récords y el juicio de valor

Hola, mi nombre es Roma Faliani (@RomiDori18). Si deambulas lo suficiente en el humilde foro de Twitter, o eres un lector habitual de tanto Turn Heel Wrestling como Monthly Puroresu quizás te hayas encontrado mi nombre esparcido en el multiverso de los medios de wrestling modernos. Si no lo hiciste, y esta es tu primera vez leyendo algo de mi autoria, te doy la bienvenida y espero que te agrade mi siguiente artículo lo suficiente como para que pueda seguir escribiéndolos. Espero caerte bien, y si no, estaremos de acuerdo en estar en desacuerdo.

Como este es mi primer artículo para Dos Dos Solo Dos, me gustaría comenzar de la manera adecuada, con una idea que se me ocurrió mientras escribía esto, y que será la vara para mis próximos trabajos en este sitio. Te doy la bienvenida, humilde lector, a “Fun Wrestling”. ¿Pero que es “Fun Wrestling” exactamente?

“Fun Wrestling” es un proyecto único para DDSD donde a través de artículos escritos con emoción desmedida y un léxico un poco más complejo que lo habitual busco hablar de la lucha libre desde una perspectiva que pocas personas se han tomado el tiempo de analizar.

El objetivo de “Fun Wrestling” en si es exponer (a veces de una manera cruda y sin pelos en la lengua) el estado de la industria actualmente y las cosas que podemos hacer para mejorarla o evitar que se pudra aun más. “Fun Wrestling” no busca defender un lado, ni entrar en guerras tribalistas sin sentido, si no ofrecer una nueva idea de lo que supuestamente tiene valor en el análisis de la lucha libre como arte. El objetivo de “Fun Wrestling” será que toda persona que lea alguno de estos artículos pueda aprender algo nuevo, y que no caiga en retóricas de redes sociales.

El dia de hoy en “Fun Wrestling” hablaremos de: Ratings, récords y el juicio de valor.

Durante los últimos años, la lucha libre ha ido al ritmo de un sólo tambor que ha sonado constantemente. El tambor de los ratings. Este tambor venía sonando desde los 90, pero hizo mucho más ruido cuando lo comenzó a tocar el conocido crítico de lucha libre (y ahora hasta fuente de información) Dave Meltzer, y de a poco fue entrando en el inconsciente colectivo del fanatico de wrestling promedio.

Llegada la década de los 2010, la explosión de las redes sociales y la intercomunicación como parte del día a día de la sociedad favoreció a una empresa bajo el nombre de New Japan Pro Wrestling, que agarró vuelo como nunca y se posicionó en el centro de la conversación por dos semanas, gracias al hecho de que Meltzer le dio 6 estrellas a un combate en específico. Este combate fue el primer Kenny Omega vs Kazuchika Okada, en Wrestle Kingdom 11.

Desde ese momento en adelante, la manera de consumir lucha libre cambió, porque ahora millones de fanáticos desenamorados de un producto occidental en decadencia podían ver una empresa que satisfacia sus necesidades y les daba la lucha libre de calidad que ellos buscaban. Esto ocasionó que dichos fanáticos tengan un aura de narcisistas buenos para nada que le quitaban valor a tu opinión si no habías visto Jumbo Tsuruta vs Mil Máscaras…bueno no, tampoco llegaban a tanto, vivían viendo highlights y el primer show de NJPW que vieron entero fue Wrestle Kingdom 12, pero hey, Meltzer le daba 5.35 a Omega vs Naito así que seguramente era muy buena lucha.

El famoso rating de estrellas se empezó a propagar como una plaga que no encontraba pies ni cabeza, porque el mismo sistema de Meltzer no era algo consistente, sino meramente basado en su opinión; sumado al hecho de que algunos seguidores no creían en las 6 estrellas o 7, y otro sector se había vuelto hater absoluto de la opinión de un viejo periodista, aclarando constantemente que su opinión no valía nada y que no le prestaban atención mientras escribían un post extendido criticando su decisión de no darle las 5 estrellas a AJ Styles vs John Cena en 2017.

Con el tiempo, y la salida de grandes figuras prominentes en New Japan, los ratings de Meltzer dejaron de ser vistos como estrellas Michelin para una cadena de restaurantes y pasaron a ser lo que siempre tuvieron que ser, o sea, una simple opinión de un fanat- ¿y otra vez se están peleando por Kurt Angle y las luchas 5 estrellas?

Cuando hablamos de ratings no nos referimos exclusivamente al sistema implementado por Meltzer, porque también a la eterna disputa de los ratings de televisión, que poco nos debería importar como fanáticos por el hecho de que nadie gana nada si NXT mete 500.000 espectadores o no. En los últimos años, y con la “Guerra de los Miércoles” el argumento de los ratings televisivos se volvió menos un pantallazo a como la lucha libre se concentra más en un nicho pre-establecido por las épocas doradas y más un concurso de quien tiene el miembro más grande (y ni siquiera entre los multimillonarios, sino entre los pobres, pobres consumidores). De a poco la guerra tribalista entre los dos lados, representantes de cada parte del duopolio, se volvió la norma. Sea WWE, o sea AEW, los fanáticos pasaban día y noche en Twitter despotricando sus críticas de mala muerte a un producto que no veían, y basaban todo su discurso en los ratings de un show semanal: Incluso con un sistema obsoleto como lo es el de Nielsen, y teniendo en cuenta el hecho de que la televisión en cable no tiene la misma relevancia que tenía hace 25 años.

La situación actualmente es igual de desesperanzadora, pero está vez, el arma que han utilizado ambos bandos para justificar el gusto que tienen (que en la vida real es ridiculizado a más no poder) es la conversación alrededor de los récords de asistencia, o directamente cuánta gente va a ver un show de lucha libre en vivo. Si tenes la mala suerte de tener Twitter es posible que te hayas encontrado a ciertos personajes tirando basura a más no poder hablando de cómo empresas como AEW están muertas porque la fila detras de la Hard Cam no se llena, sin tomar en cuenta el hecho de que la empresa viene jodiendo con los mismos mercados desde su concepción. Esta postura, que no critica a la empresa como producto que se consume sino desde un punto de vista correspondiente a inversores y mentes un poco más inteligentes que el troll promedio ha tomado gran relevancia en el discurso alrededor de AEW. Yo he hecho críticas al producto in-ring de AEW, pero nunca le he dado protagonismo a lo que yo creo que podría hacer Tony Khan para meter más gente en sus shows, ni mucho menos a decir que un multimillonario con experiencia en deportes como el fútbol y el rugby de repente no sabe como manejar una empresa, porque para mí, eso escapa de lo que deberia ser el análisis de la lucha libre como arte. Y tampoco voy a aconsejar multimillonarios porque me dan igual.

Los récords de asistencia han sido un arma para los dos bandos. Ambos bandos no están dispuestos a consumir el producto como producto, sino a tener peleas y debates eternos por números que realmente no les afectan ni a ellos ni a su bolsillo. Esta guerra de lados solamente contamina el debate real que se tiene que hacer en cuanto a la lucha libre, porque si vamos a jugar la carta de “mi nicho en realidad es arte” como la jugaron en su momento los gamers tenemos que estar dispuestos a analizar a la lucha libre como eso, arte. El arte no tiene precio, ni un número que califica la importancia y el prestigio que tiene.

El arte se comprende de la manera que se comprende toda pieza de entretenimiento: Por ende, el juicio de valor que se hace con el arte es el mismo que se tiene que hacer con la lucha libre, y es el que no se esta haciendo porque entramos en una etapa de posverdad constante (de la cual hablaremos en un futuro) que tergiversa el valor real de las cosas que consumimos o que otras personas consumen. En la conversacion de los ratings y los récords se genera esta corriente de pensamiento que toma lo factual, lo objetivo, lo que realmente es y lo modifica para su propio beneficio y para su propia creencia. Estas corrientes de pensamiento ya han llegado a penetrar en la manera en la que se consume lucha libre, y en la manera en la que se reporta de lucha libre, porque desde hace dos años que los medios especializados de lucha libre están contribuyendo a la existencia de esta posverdad. Podría dar nombres, pero varios de estos descubrieron que hablar mal de empresas les sienta bien para su alcance y no para lo que debería ser un esfuerzo periodístico por informar correctamente acerca de las cosas que realmente están pasando y de las cuales se debería hacer eco, pero les estoy pidiendo un esfuerzo colosal a personas que su manejo de redes es repostear clips de cuentas más grandes.

Los ratings y los récords han afectado al juicio de valor de gran parte de la comunidad, donde lo que tiene más público automáticamente es lo que mejor calidad tiene, y aunque en parte es cierto, no hay que dejarnos llevar y decir que un show es malo sólo porque los mercados saturados están, efectivamente, saturados. Una de las mejores luchas del año pasado se hizo en frente de 450 personas, y esa fue Takuya Nomura vs Fuminori Abe en Kakuto Tanteidan (lucha que va a tener una secuela en Bloodsport este año) y gracias a ese combate en específico pude expresar mi descontento con gran parte de las voces más escuchadas en el ámbito de la lucha libre por el enfoque tan cansino que le dan a un número más que al producto como producto. Y en sí, es un planteo que ha encontrado una contradicción cuando se lleva al ámbito de la lucha libre japonesa, como si Japón fuera un universo alterno donde meter 40.000 personas en un estadio tiene menos valor que meter 10.000 en un estadio de Estados Unidos.

La excusa del “pero es Japón” ya no tiene relevancia en un mundo que cada vez se va sintiendo más chico porque la información llega a todas las pantallas de nuestros dispositivos en una suerte de realidad distópica donde al mismo tiempo que nos enteramos de las desgracias que suceden en la franja de Gaza podemos ver un evento entero siendo subido ilegalmente a Twitter. El juicio de valor alrededor de los ratings y la asistencia independientemente de que, valga la redundancia, no tenga valor alguno se vuelve una contradicción cuando lo llevamos al Puroresu, porque de repente, Kazuchika Okada no es un “draw” en el mundo a pesar de que la simple mención de su nombre en redes sociales logra que esté en tendencia. Porque para usar terminología de dentro de la industria estamos todos pero para justificar nuestras posturas sin recurrir a otras opiniones como faro no hay nadie, y una de esas posturas es esta visión distorsionada de la realidad donde el rating de un producto equivale al valor real que tiene, cuando en realidad el “valor” es un concepto subjetivo dentro del arte, porque lo que a mi me parece una obra de arte a otra persona le puede parecer algo burdo, pero nadie define el valor de algo en base a su convocatoria.

En conclusión, y habiendo analizado este fenómeno de la discusión de los ratings y los récords como un estándar a la hora de definir el valor de algo, puedo decir que para el análisis de la lucha libre como producto y como arte definir lo que vale algo en base a lo que convoca es un error fatal. La lucha libre en si es un deporte tan variado que no podemos decir que All In es el mejor evento de lucha libre de la historia porque fue el que más lleno estuvo, como tampoco podemos decir que Danshoku Dieno vs Yuki Ueno en DDT Sauna Over Flowers tiene menos importancia que Hangman Page vs Swerve Strickland en AEW Dynamite porque uno se hizo en un sucucho de 400 personas y otro en una arena de 4 mil.

Si la lucha libre es un arte o la consideramos arte tenemos que empezar a entender que su valor no lo define la cantidad gente que mira SmackDown, sino la poca gente nueva que se interesa por el producto desde un punto de vista general. Porque de nada nos sirve que 5 millones de personas que semanalmente consumen este nicho lo sigan viendo de manera fiel si no se puede llamar la atencion de 10.000 nuevos espectadores. Tampoco el rating de estrellas define si una lucha es buena o no, porque es algo meramente subjetivo. Luchar para Meltzer no sirve si no luchas para la gente que te ve. El rating no tiene valor alguno, ni los récords son una medalla que se pueden poner como si fueran militares de guerras pasadas. Los que piensan lo contrario deberían tocar un poco de pasto y entender que la lucha libre no es tan popular como creemos, y que algunas empresas solamente viven de la audiencia que han construido durante 60 años o más. Es como Nintendo, que vive de Mario y Zelda, pero la demanda de su público es saber que demonios pasó con Metroid Prime.

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